miércoles, 7 de agosto de 2024

Leucemia linfocítica crónica recidivante

Introducción

Los resultados de supervivencia de los pacientes con leucemia linfocítica crónica (LLC) continúan mejorando década tras década, en gran medida debido a los avances en el terapéuticos. Disponibilidad de nuevos inhibidores de la señalización del receptor de células B (BCR, tirosina quinasa de Bruton [BTKi] o fosfatidilinositol 3-quinasa [PI3ki]) o linfoma de células B-2 (BCL2i) han transformado el panorama del tratamiento para la leucemia linfocítica crónica (LLC) sin terapéutica previa (TN) y en etapa de recaída/refractaria (RR). En la mayoría de los países desarrollados, los pacientes con LLC probablemente tendrán acceso a múltiples opciones terapéuticas novedosas y efectivas ya sea en la primera indicación de tratamiento y/o tras recaídas secuenciales.

Ante cualquier recaída de la enfermedad, se debe considerar cuidadosamente la carga y la cinética, la presencia de lesiones genómicas de alto riesgo y la posibilidad de una transformación de Richter. Se debe aprovechar la ventana de oportunidad entre la recidiva y la terapia de siguiente línea para optimizar las secuelas relacionadas con la LLC y los problemas de salud no relacionados con la LLC. Cuando se requiere tratamiento, la selección y la secuenciación de nuevas terapias para la LLC RR debe considerar las prioridades individuales de los pacientes, incluida la tolerancia a posibles efectos secundarios, así como la eficacia percibida.

En esta revisión, los autores describen el enfoque óptimo para el paciente con leucemia linfocítica crónica (LLC) recaída/refractaria (RR), incluida una discusión de la evidencia de las opciones de tratamiento actuales y emergentes en este entorno.

Evaluación del paciente con LLC refractaria

Momento del próximo tratamiento

El reconocimiento de la LLC RR no requiere un cambio inmediato ni el inicio de la siguiente terapia. En términos generales, las indicaciones basadas en criterios para tratar la LLC RR deben alinearse con las indicaciones de tratamiento de iw (international workshop) LLC 2018 según LLC TN, sin embargo, el mantenimiento del bienestar y la función del paciente es el objetivo final y esto no debe verse comprometido por el aplazamiento del tratamiento en espera de que se cumplan los criterios formales de iwCLL.

En caso de recaída, es importante tener conversaciones preventivas con los pacientes sobre el momento percibido para continuar con la terapia, establecer objetivos de tratamiento futuros y considerar la frecuencia de la monitorización clínica y hematológica provisional.

Evaluación de complicaciones crónicas relacionadas con la LLC y otros problemas de salud

El estudio de un paciente con LLC RR es una oportunidad para revisar problemas de salud relacionados y no relacionados con la enfermedad y las medidas de salud preventivas relevantes. La LLC se asocia con una disfunción intrínseca de los linfocitos T en banda, de la que surgen múltiples complicaciones importantes de la enfermedad, que incluyen hipogammaglobulinemia, infecciones recurrentes y una mayor incidencia de segundas neoplasias malignas primarias. Además, muchos pacientes pueden experimentar déficits inmunológicos significativos debido a terapias anteriores, lo que puede agravar estos riesgos.

Es importante garantizar el cumplimiento de los exámenes de detección de neoplasias malignas apropiados para la edad y el género, como mamografía, citología cervical, pruebas de antígeno prostático específico y detección de cáncer colorrectal. La vigilancia de las medidas de protección de la piel y las evaluaciones dermatológicas anuales son esenciales dadas las tasas desproporcionadamente aumentadas de cánceres de piel no melanomatosos (y melanoma) que ocurren en pacientes con LLC.

Consideración de la transformación de Richter

La transformación de Richter (RT) en linfoma agresivo de células B forma parte de la historia natural de la LLC, con una incidencia informada variable entre los estudios. La presencia de RT puede sospecharse clínica o bioquímicamente debido a características proliferativas más consistentes con un linfoma de células B agresivo, como fiebre de nueva aparición, hipercalcemia, adenopatía focal discordante o afectación de sitios extraganglionares.

Reevaluación genómica: evidencia de evolución clonal y adquisición de anomalías genómicas de alto riesgo

Las anomalías genómicas de alto riesgo tienen una importancia importante en el pronóstico de la LLC, ninguna más que las aberraciones del gen TP53 en el cromosoma 17, que conservan importancia pronóstica en la era de la nueva terapia.

Estrategias terapéuticas actuales para la LLL recidivante/refractaria

Ahora vemos pacientes que requieren una segunda terapia o más terapias después de una quimioinmunoterapia (CIT) previa o terapias novedosas o ambas. No recomendamos el uso repetido de CIT para la LLC RR, dada la eficacia superior de las terapias novedosas. Solo con CIT previa, se puede seleccionar inhibidores covalentes continuos de la tirosina quinasa de Bruton (cBTKi) o BCL2i; con la progresión de la enfermedad después de una exposición previa a una terapia nueva, generalmente se recomienda la clase alternativa de agente nuevo como la siguiente terapia.

Las excepciones pueden incluir un cBTKi alternativo en caso de intolerancia al cBTKi inicial, o considerar un retratamiento con terapias combinadas de duración fija como el Ven-anti-CD20 mAb después de una terapia previa de duración fija con el mismo. No hay datos comparativos publicados que informen sobre la eficacia y seguridad de BTKi frente a BCL2i; por lo tanto, la selección de terapias se basa en la opinión de expertos y en discusiones individualizadas entre paciente y médico.  Las posibles secuencias terapéuticas novedosas se muestran en la figura 1.


Figura 1
. Posible secuenciación de nuevas terapias para pacientes con LLC RR independientemente de la quimioinmunoterapia previa. *En caso de intolerancia, se puede considerar inicialmente un segundo cBTKi.

En esta sección, los autores analizan la evidencia de terapias novedosas para la LLC RR y la evidencia para secuenciar clases de terapias novedosas. Los pacientes con LLC refractaria tanto a cBTKi como a BCL2i tienen necesidades terapéuticas insatisfechas; también analizamos nuevas terapias emergentes, incluidas inmunoterapias en desarrollo.

Evidencia de eficacia y seguridad de los inhibidores covalentes de BTK (cBTKi)

El análisis final del estudio RESONATE con una mediana de 6,5 años proporciona el seguimiento más largo de datos aleatorios que describen terapias novedosas en la LLC RR. Ibrutinib (Ib) una vez al día demostró una sobrevivencia libre de progresión (SSP) marcadamente superior en comparación con ofatumumab con una sugerencia de beneficio de supervivencia general que favorece a Ib cuando se cerró en el cruce del estudio.

En datos de fase II presentados recientemente sobre seguimiento prolongado, las tasas de SSP después de Ib fueron del 22,4 % después de una mediana de 113 meses. Se desarrollaron cBTKi Acala y Zanu de segunda generación dos veces al día para aumentar la ocupación del fármaco BTK y reducir los efectos secundarios asociados a la inhibición de la tirosina quinasa fuera del objetivo. Acala demostró una SSP superior en pacientes con LLC RR tratados con bendamustinerituximab (BR) en el estudio ASCEND.

La eficacia comparativa de Ib vs Acala y Acala vs Zanu en LLC RR se ha evaluado en estudios considerables. Los pacientes tratados con Acala tuvieron una SSP no inferior a la de Ib. Por el contrario, Zanu se asocia con un beneficio en la SSP en comparación con Ib para todos los pacientes en datos presentados recientemente a los tres años de seguimiento del estudio; se ha planteado la preocupación por la reducción de la duración media de la respuesta en los pacientes tratados con Ib en comparación indirecta con estudios previos de Ib en la LLC RR.

Evidencia de BTKi no covalente (ncBTKi)

Los BTKi no covalentes se unen reversiblemente a BTK y permanecen activos en BTK Clones mutados de C481 observados en la progresión de LLC después de cBTKi. Pirto fue evaluado para pacientes con LLC RR expuestos a cBTKi en la fase 1/2 del estudio BRUIN lo que llevó a la reciente aprobación de la FDA para pacientes tratados con cBTKi y BCL2i. Los datos de seguimiento actualizados recientemente presentados incluyen ORR del 82%.

Evidencia de venetoclax (BCL2i)

Venetoclax (Ven) es el primer BCL2i de su clase con eficacia como monoterapia continua y como terapia combinada de duración fija con Ritux durante un total de 24 meses.3,63]. Las tasas de respuesta completa fueron indirectamente mayores en un estudio de fase 1b de venetoclaxrituximab (VenR) en comparación con el primer estudio en humanos de monoterapia con Ven.

Evidencia de eficacia y seguridad de los inhibidores de la fosfatidilinositol 3-quinasa (PI3Ki)

En general, PI3ki parece directa e indirectamente inferior a BTKi con respecto a eficacia, toxicidad e interrupción del tratamiento. Por lo tanto, estos agentes son menos preferibles que BTKi (o BCL2i) cuando estén disponibles.

Secuenciación de terapias para LLC RR

Ambos cBTKi son mAb BCL2i-anti-CD20 y son terapias altamente efectivas para la LLC RR. Con mecanismos de acción y resistencia independientes, estas terapias pueden usarse secuencialmente en cualquier orden. Existen limitaciones para esta comprensión, incluida la falta de datos aleatorios que informen sobre la eficacia de ambas secuencias posibles, la falta de una distinción integral entre pacientes expuestos a terapias novedosas y pacientes refractarios.

Nuevas terapias emergentes para la LLC RR

Los degradadores de la proteína BTK son una clase emergente de terapia con utilidad potencial para pacientes previamente tratados con BTKi y BCL2i, incluidos aquellos con mutaciones BTK de resistencia. Datos preliminares de los primeros estudios en humanos de los degradadores BTK NX-2127, BGB-16673 y NX-5948 demostró eficacia temprana en el linfoma no Hodgkin RR, incluida la LLC RR.

Terapias dirigidas a células T

Aunque la LLC se trató con éxito en los primeros informes clínicos con CART, el desarrollo de terapias dirigidas a células T ha sido comparativamente lento en comparación con el LNH, probablemente debido a la disponibilidad de nuevas terapias efectivas.

Las limitaciones de las terapias dirigidas por células T en la LLC no se comprenden completamente; sin embargo, se presta mucha atención a mejorar la aptitud de las células T autólogas. La desregulación intrínseca de las células T relacionada con la LLC se manifiesta con un deterioro de la proliferación de las células T y de la formación de sinapsis inmunológica y puede verse agravada por terapias citotóxicas previas.

Alotrasplante de células madre

El alotrasplante de células madre (alloSCT) es una terapia potencialmente curativa para la LLC de alto riesgo, aunque su uso está restringido a pacientes más jóvenes y en mejor forma física debido a la mortalidad sin recaída (NRM), principalmente a través de infección o enfermedad de injerto contra huésped. En un seguimiento prolongado, los estudios dentro de la era CIT demuestran remisiones duraderas de 5 a 10 años para el 30-40% de los pacientes fuertemente pretratados y enriquecidos para anomalías genómicas de alto riesgo, pero con NRM reportados hasta en un 36% a pesar del uso de acondicionamiento de intensidad.

Conclusiones

Ahora tenemos la suerte de contar con múltiples opciones terapéuticas eficaces para pacientes con LLC RR con perfiles de seguridad tolerables. Con las clases de terapia emergentes surgen nuevos desafíos en el uso óptimo y la secuenciación efectiva de los tratamientos.

La atención completa para el paciente con LLC RR incluye la optimización de factores de salud aparentemente no relacionados con la LLC, la consideración de medidas de profilaxis de infecciones y la identificación temprana de neoplasias malignas secundarias, y discusiones tempranas sobre objetivos y prioridades de vida con evaluación de factores que pueden impulsar la cinética de la enfermedad progresiva.

 

Leucemia mieloide crónica: diagnóstico y tratamiento

 

CES Med. vol.24 no.1 Medellín Jan./June 2010

INTRODUCCIÓN

En 2009, el cáncer representó la segunda causa de muerte en el mundo, con un total de 559 888 muertes al año sólo en Estados Unidos (1). Es una enfermedad más común en hombres con un 3 % de casos probables al año y una mortalidad del 4 % al año, comparado con 3 % de muertes al año en mujeres (2,3). Dentro de las enfermedades oncológicas se encuentran las leucemias, que son un grupo heterogéneo de desordenes hematopoyéticos, las cuales pueden diferir en presentación y evolución. La leucemia es el cáncer mas común en los niños, siendo la leucemia linfocítica aguda la que ocupa el primer lugar. La más común en adultos es la leucemia mieloide aguda, seguida por la leucemia linfocítica crónica, la leucemia mieloide crónica (LMC) y la leucemia linfocítica aguda (2-4).

CARACTERíSTICAS GENERALES DE LA LEUCEMIA

Los oncólogos clasifican las leucemias según varios aspectos: velocidad de progresión, tipo de células afectadas, tipos más importantes, otros desórdenes mieloides crónicos y otros tipos más raros de leucemias (4).

Según la velocidad de progresión

Leucemia aguda: su incidencia es de aproximadamente 3,7 por 100 000 personas por año, y es más alta en hombres que en mujeres (razón 4,6:3,0). La incidencia aumenta con la edad: es de 1,9/100 000 en individuos menores de 65 años y de 18,6 por 100 000 en los mayores de esa edad (2,4). Este tipo de leucemia comienza después de que una o algunas células blancas pierden o dañan una secuencia de su ADN y permanecen inmaduras en lo que se conoce como formas blásticas, aunque mantienen su capacidad de multiplicarse. Como estas células no maduran ni mueren como las células normales, se acumulan y empiezan a interferir con funciones de los órganos vitales. Eventualmente, sobrepasan la producción de células normales. Las células afectadas son las células sanguíneas inmaduras o blastos. éstas no pueden ejercer su trabajo normal, se multiplican rápido y la enfermedad empeora en un corto tiempo. Las leucemias agudas requieren tratamiento rápido y agresivo (4).

Leucemia crónica: La incidencia de LMC es de 1,5 por 100 000 personas por año, y la incidencia ajustada para la edad es mas alta en hombres que en mujeres (razón 2,0:1,2). La incidencia de este tipo de leucemia aumenta lentamente con la edad hasta mediados de los cuarenta, a partir del cual empieza a aumentar rápidamente (2-4). Este tipo de leucemia involucra células sanguíneas más maduras, que se replican o se acumulan más lentamente y pueden funcionar normalmente por un mayor periodo de tiempo. Algunas formas de leucemia crónica inicialmente no producen síntomas y pueden pasar inadvertidas o no diagnosticadas por años. Aunque el tiempo de evolución sea lento, la enfermedad puede ser mortal (2-4).

Según el tipo de células afectadas

Leucemia linfocítica: afecta las células linfoides o linfocitos que forman el tejido linfático (2).

Leucemia mielógena: afecta las células mieloides. La línea de células mieloides incluye las células que más adelante se convierten en eritrocitos, leucocitos y megacariocitos (2).

Tipos de leucemias

Leucemia mieloide aguda: es el tipo de leucemia más común, ocurre en niños y en adultos, también es llamada leucemia aguda no linfocítica (1,2).

Leucemia linfocítica aguda: el tipo de leucemia más común en niños jóvenes, representa el 75% de las leucemias de la niñez (1,2).

Leucemia linfocítica crónica: es mas común en adultos, también en judíos o descendientes de rusos y de Europa oriental. Casi nunca afecta a niños (1,2).

Leucemia mielógena crónica: afecta principalmente a los adultos, y se asocia a una anormalidad cromosómica llamada Cromosoma Filadelfia, el cual crea un gen anormal llamado BCR-ABL. Este gen produce una proteína anormal llamada tirosina kinasa, y se cree que ésto produce que las células afectadas por la leucemia crezcan y se desarrollen. Una persona con este tipo de leucemia puede pasar muchos años o meses antes de entrar en una fase en la cual las células con leucemia crecen más rápido (2,4).

Otros desordenes mieloides crónicos

Este grupo de enfermedades producen leucemia crónica por la creación de unas pocas o muchas células mieloides. Los desordenes mieloides crónicos incluyen los síndromes mielodisplásico, los desordenes mieloproliferativos, tales como la trombocitopenia esencial, la policitemia vera, y la mielofibrosis. Estas condiciones llevan a leucemia mieloide aguda (1,2).

Otros tipos más raros de leucemias

Incluyen la leucemia de células velludas o pilosas y la leucemia crónica mielomonocítica (1,2).

LEUCEMIA MIELOIDE CRÓNICA

Historia y epidemiología

En 1845 fue identificada la leucemia mieloide crónica (LMC), un hecho que generó gran interés en la comunidad científica, pero no fue hasta 1960 cuando se describió la traslocación entre los brazos largos del cromosoma 9 y el 22 (Cromosoma Filadelfia) descubierto por Nowell y Hungerford (5-7). La Sociedad Americana de Cáncer estima que se diagnosticarán 5 050 nuevos casos de LMC en Estados Unidos durante el 2009. Cerca de 470 personas en los Estados Unidos murieron de LMC en el 2009 (1,2). Con un rango de edad de los 45 a los 55 años, una media de 53 a 55 años, con menos del 10 % de los casos en menores a 20 años, y con una razón hombre mujer 1,4:1 (8-10). Este tipo de leucemia representa entre el 15-20 % de todas las leucemias, con una incidencia de 1 a 2 casos por cada 100 000 adultos (8-12). Aproximadamente el 75% de los fallecimientos por esta causa corresponden a adultos mayores de 55 años (13).

Cromosoma Filadelfia

La LMC es la tercera mas común de los tipos de leucemia y su incidencia está relacionada con la edad, con una frecuencia menor de 0,1 casos por cada 100 000 personas menores de 10 años y mas de 10 casos por cada 100 000 personas mayores de 80 años (14). La enfermedad hace parte de los desordenes mieloproliferativos, que son enfermedades con un compromiso clonal de las células hematopoyéticas primordiales y es definida por la presencia constitutiva de una actividad tirosin kinasa (15). Esta anomalía se define en LMC por la presencia de una mutación BCR-ABL (oncoproteína) conocida también como Cromosoma Filadelfia (denominada así debido a que existe una translocación reciproca entre el gen Abelson Tk "ABL" gen del cromosoma 9 que se fusiona con la región de ruptura de los conglomerados (breakpoint cluster region) del gen "Bcr" del cromosoma 22) (8,10,11,16- 18), el 95 % de las leucemias mieloides crónicas son causadas por esta anormalidad genética.

Con la translocación recíproca del Cromosoma Filadelfia se crean dos genes: BCR-ABL del brazo largo del cromosoma 22 (Cromosoma Filadelfia) expresado en todos los pacientes con LMC, y ABL-BCR del brazo largo del cromosoma 9 que se encuentra sólo en el 70 % de los casos (6,19,20). Esta translocación codifica una proteína que varía de tamaño dependiendo del sitio de ruptura del gen Bcr. Los tamaños varían entre 190 kd (70 %) y 230 kd (30 %), siendo esta última responsable de la mayoría de las anormalidades fenotípicas en la fase crónica. Esta proteína (230 kd) presenta actividad tirosin kinasa: los pacientes que la expresan tendrán una enfermedad mas indolente, mientras que los pacientes con un gen de 190 kd serán más propensos a desarrollar cáncer (8,11,12). Estas proteínas también se pueden encontrar en pacientes con leucemia linfoide aguda con una menor prevalencia, lo que explica que no todos los pacientes con Cromosoma Filadelfia desarrollarán LMC (6,9,21).

Efectos de la oncoproteína BRC-ABL

Esta alteración en la proteína ABL favorece la proliferación, la resistencia a la apoptosis y altera la adhesión de las células (6,8,22). Cabe aclarar que todas las personas presentan una proteína ABL, y lo que expresan los pacientes con LMC es la fusión BCR-ABL (13). El resultado de esta translocación es la unión de una actividad enzimática tipo tirosin-kinasa aportada por la proteína ABL que posee un sitio de unión al ATP y sus sustratos. Estos sitios tirosin-kinasa, que se encuentran normalmente en todas las personas, pueden ser de dos tipos: unos que se encuentran como proteínas transmembrana con un sitio extracelular para unión a un ligando y un lugar con acción catalítica intracelular para funcionar como receptores; y otros que no son receptores, no se encuentran unidos a la membrana sino que se encuentran en el citosol, el núcleo y en la superficie interna de la membrana plasmática. El dominio kinasa, de las tirosinkinasas, tiene una estructura N-terminal que permite la unión del ATP y el magnesio, y un extremo C-terminal que contiene un asa de activación. Normalmente la tirosin-kinasa generada por el ABL se mantiene inactiva y es activada por señales intracelulares. En los pacientes con enfermedad oncogénica puede ocurrir una fusión entre el sitio tirosin-kinasa con su proteína, lo cual favorece la autofosforilación permitiendo crear sitios de unión anómalos para proteínas, y logrando ser independientes de ligando lo que explicaría su actividad continua, aunque sí dependería de ATP (10,23,24).

Normalmente la proteína ABL es pro-apoptótica y se encuentra en el núcleo y en el citoplasma, mientras que el BCR-ABL es anti-apoptótico y no se encuentra en el núcleo. Esta oncoproteína aunque es el pilar fundamental en el diagnóstico de la LMC, no es la causa principal de la trasformación de la LMC ya que se ha logrado detectar la expresión de esta gen en pacientes no enfermos, lo que nos lleva a pensar que deben existir otros factores que logren hacer la transformación celular (6,18).

Evolución (11,12,25)

Dentro de la evolución de la LMC se presentan tres estadios característicos:

Una fase crónica que tiene una duración variable, con una media entre cuatro y seis años y que se caracteriza por una sobreproducción de células mieloides inmaduras y granulocitos maduros. Cursa de una manera asintomática con aumento en el recuento de leucocitos y plaquetas, y un conteo de células blásticas menores al 10 %. Estas características hacen que no sea fácil diferenciarla clínica y hematológicamente de una leucemia aguda. En su presentación clínica se encontrará que los pacientes pueden presentar fatiga y palidez, consultarán comúnmente por distensión abdominal o sensación de masa -que podría estar explicada por la esplenomegalia y en algunos casos por hepatomegalia-, fiebre, sudoración nocturna y pérdida de peso sin causa aparente.

La fase acelerada, la cual no todos los pacientes la presentaran, pues pueden pasar de una fase crónica a una fase blástica, viéndose en cada dos de tres pacientes. Se presentará con una duración de 18 meses, aunque puede tener en algunos casos una rápida progresión hacia la fase blástica de solo seis meses. Esta fase acelerada presenta una menor respuesta al tratamiento y sus características son una mayor esplenomegalia, leucocitosis que no responde al tratamiento, incremento de los blastos del 10 al 30 % en sangre periférica y medula ósea, un incremento de los basófilos del 20% en sangre periférica o trombocitopenia no explicada por el uso de inhibidores de la tirosin kinasa (menor a 100 000mm3) y evolución clonal. Si un paciente presenta una o mas de las características mencionadas se considerara en fase acelerada. Los pacientes pueden presentar fatiga, infecciones, lesiones equimóticas o sangrado.

La fase blástica, que tiene una sobrevida de dos a cuatro meses, tiene un curso fatal y presenta un 30 % o mas de células blásticas en medula ósea. Estos pacientes son los mas resistentes al tratamiento y la fase blástica puede presentarse como una enfermedad mieloide o linfoide. El paciente puede presentar fiebre, diaforesis, dolor, pérdida de peso y aumento en el tamaño de los nódulos linfáticos, hígado o bazo. Cerca del 85 % de los pacientes con LMC se encontrarán en fase crónica al momento de ser diagnosticados, que es una fase inicial, estable y benigna.

Tanto la fase acelerada, como la fase blástica son consideradas fases avanzadas, y el 15 % de los pacientes con LMC en el momento de ser diagnosticados se encontrarán en una de estas fases.

TRATAMIENTO

Dentro de las estrategias generadas para contrarrestar o frenar el avance de la enfermedad se buscan las que puedan frenar la actividad tirosin- kinasa, lo que llevó a diseñar medicamentos que lograron inhibir esta actividad catalítica por el bloqueo de sitio de unión del ATP o sustratos, bloqueando su dimerización, generando anticuerpos contra el receptor tirosin-kinasa o contra el ligando e inhibidores de proteínas de choque térmico. Todas ellas con el fin de disminuir su actividad tirosin-kinasa (18,26).

Interferón alfa

El interferón-alfa logró una respuesta citogenética completa del 5 al 20 % en las fases crónicas tempranas en pacientes con LMC, pero con una marcada toxicidad y una disminución de su eficacia directamente proporcional al tiempo de duración de la fase crónica (11).

Imatinib

Es el primer inhibidor sintético múltiple de tirosin- kinasa (ABL, BCR-ABL, receptor del factor de crecimiento derivado de las plaquetas y c-kit) diseñado para inhibir la proteína de sustrato del BCR-ABL, que ha demostrado eficacia en pacientes con LMC (autorizado por la FDA en mayo del 2001) o tumores gastrointestinales (autorizado por la FDA desde febrero de 2002). La unión de este fármaco se logra en los sitios de unión de ATP, de la conformación BCR-ABL kinasa inactivos, logrando una inhibición del crecimiento e induciendo apoptosis de las células que expresan esta conformación (10,11,24, 27,28). El imatinib, desde el 2001, ha tomado fuerza para el tratamiento de los pacientes con LMC en fase crónica a una dosis de 400 mg día, y en fase acelerada y fase blástica tipo mieloide, a una dosis de 600 mg día cuando ha fallado en estos pacientes el uso del interferón-alfa (11). Este medicamento tiene una rápida absorción, logra unas altas concentraciones luego de dos horas de su administración por vía oral y tiene un metabolismo hepático, a través de citocromo P450 e isoforma CYP 3A4, y en menor medida por otras isoformas. El objetivo en el tratamiento con imatinib será encontrar una respuesta hematológica completa (normalización completa del hemograma con reducción en el recuento de leucocitos menor a 10x109, recuento de plaquetas menor a 450x109, ausencia de células inmaduras como mielocitos, promielocitos, o blastos en sangre periferica, y no evidencia de signos o síntomas de enfermedad, con desaparición de esplenomegalia) a los tres meses de seguimiento (20, 22, 28, 40).

El estudio IRIS (41), que es un estudio abierto, aleatorizado, multicentrico, y cruzado cuyos objetivos fueron: comparar el tiempo hasta el fallo en el tratamiento, así como la superviviencia global en pacientes con leucemia mieloide crónica Filadelfia positiva, fase crónica sin tratamiento previo con imatinib, comparado con interferón alfa combinado con citarabina; comparar calidad de vida y enfermedad y las toxicidades relacionadas en los pacientes tratados con estos dos regimenes; comparar la tasa y la duración de la respuesta hematológica, y la respuesta citogenética mayor en estos dos grupos de pacientes; comparar la tasa y la duración de la respuesta citogenética mayor, y respuesta hematológica completa en los pacientes cuyo entrecruzamiento los lleva a recibir imatinib o interferon alfa combinado con citarabina; y comparar la tolerabilidad y la seguridad de estos dos regimenes así como la farmacocinética de imatinib en este grupo de pacientes. Para ello, los pacientes fueron aleatorizados a uno de dos brazos: I (553 pacientes) estos pacientes reciben imatinib vía oral una vez al día y II (553 pacientes), quienes recibieron interferon Alfa (IFN-A) subcutáneos diariamente. En este grupo además los pacientes recibieron citarabina subcutánea diariamente por 10 días al mes. La citarabina se descontinuó cuando los pacientes alcanzaron respuesta citogenética completa confirmada en dos tomas consecutivas con un rango no mayor a tres meses.

Los estudios se repitieron mensualmente en ausencia de progresión a fase acelerada o blastica o toxicidad inaceptable.

Los pacientes sin respuesta hematológicas completa a los seis meses, ausencia de respuesta citogenética mayor a los dos años o pérdida de la respuesta hematológica completa (sin progresión a fase acelerada o blástica) descontinuaron el tratamiento en el brazo en el que originalmente estaban y comenzaban su tratamiento en el otro brazo.

A la fecha, y con una mediana de seguimiento de 60 meses, (42) las tasas acumulativas de respuesta citogenética completa entre los pacientes que reciben imatinib fue de 69 % al mes 12, y 87 % a los 60 meses.

Se estima que el 7 % de los pacientes progresó a fase acelerada o blástica, y el estimado de sobrevida libre de progresión a los 60 meses, es de 89 % para el grupo de pacientes que recibio Imatinib como terapia Inicial

Mecanismos de resistencia a imatinib

Aproximadamente de un 20 a un 30 % de los pacientes a los que se les administra imatinib harán resistencia, que puede ser explicada por varios mecanismos, los cuales a su vez se pueden diferenciar como los mecanismos dependientes del receptor BCR-ABL y los mecanismos independientes del receptor.

Tipos de respuesta que debe tener cada paciente.

Se considera una falla en la respuesta si a los tres meses no hay respuesta hematológica completa o si a los seis meses el paciente no ha alcanzado una respuesta citogenética completa. O a los 12 meses que no haya alcanzado una respuesta citogenética parcial, o que a los 18 meses no haya alcanzado una respuesta citogenética completa, o que en cualquier momento el paciente luego de haber obtenido una respuesta hematológica y/o citogenética completa haya disminuido su respuesta. También se considera pérdida de la respuesta en cualquier momento la aparición de mutaciones con baja sensibilidad a Imatinib.

Tendrán respuesta suboptima los pacientes que no hayan alcanzado a los tres meses una respuesta hematológica completa, o que a los seis meses no hayan alcanzado una respuesta citogenética parcial o que a los 12 meses no hayan alcanzado una respuesta citogenética completa, o que a los 12 meses no hayan alcanzado una respuesta molecular mayor, o que en cualquier momentos se encuentren anormalidades clonales en células Cromosoma Filadelfia positivo(22, 29, 30). Los mecanismos de resistencia independientes del receptor BCR-ABL pueden ser:

• Efectos fármaco-cinéticos, donde juegue un papel su mecanismo de absorción, vías de metabolización e interacción con otras drogas y concentraciones plasmáticas.

• La unión a proteínas plasmáticas como alfa1- acido glicoporteina 1 (AGB1) que disminuiría su biodisponibilidad.

• La absorción intracelular de imatinib, dependerá de la concentración de la proteína transportadora unida a adenosin trifosfato, que es una proteína transmembrana que regula el tránsito de sustancias fuera de la célula, se ha visto implicada en la expulsión de varias drogas antineoplásicas, disminuyendo de esta forma la concentración de la droga a nivel intracelular.

• Inhibición de los canales de absorción del imatinib a nivel intracelular, el transportador de cationes orgánicos humano puede alterar la absorción del imatinib a nivel intracelular.

• Y otros como la evolución clonal, activación de vías independientes del receptor BCR ABL (sobreexpresión de receptores SRC) y quiescencia de las células madres. Y los mecanismos de resistencias relacionados con el receptor BCR-ABL: sobreexpresión del receptor BCR-ABL 1, mutaciones puntuales del dominio kinasa del receptor BCR-ABL 1(ejemplo: T315I) (11,18, 22, 29, 32 ).

Dasatinib

El dasatinib (BMS-354825) es la primera terapia autorizada por la FDA como tratamiento de la LMC resistente o intolerante a imatinib. Es un inhibidor oral del receptor de tirosin kinasa de segunda generación, no relacionado estructuralmente con el imatinib y 325 veces mas potente que éste. La inhibición que realiza el dasatinib es sobre las kinasas BCR-ABL, la familia de SRC (SRC, LCK, YES, FYN), c - KIT, las kinasas del receptor A de efrina y del receptor para el factor de crecimiento beta derivado de las plaquetas (8-10,12,16,18,33-35). Es metabolizado a nivel hepático por la citocromo P450 y la isoenzima CYP3A4 en metabolitos activos e inactivos, por lo que es importante tener en cuenta los fármacos que podrían alterar su eficacia o aumentar la toxicidad del medicamento (12). El dasatinib se une al sitio de unión del ATP, haciéndolo tanto en las conformaciones activas e inactivas del dominio kinasa del ABL, además presenta una gran afinidad con unos menores sitios de contacto al ABL comparado con el imatinib (8,20).

La administración es oral, con un pico de 0,5 hasta 6 horas y una vida media de 3 a 5 horas. Presenta una rápida absorción que no es modificada por la ingesta de alimentos y su vía de eliminación, tanto del dasatinib como de sus metabolitos, es por vía fecal (15,18). Se debe de tener cuidado cuando se usan concomitantemente drogas que interactuen sobre la citocromo P450, CYP3A4 como el alfentanil, astemizole, cisapride, ciclosporina, ergotamina (derivados del ergot), fentanyl pimozide, quinidina, tacrolimus debido a que pueden ser modificadas sus concentraciones plasmáticas por el uso de dastinib. Mientras que las siguientes drogas disminuyen las concentraciones plasmáticas del dasatinib: claritromicina, eritromicina indinavir, atazanavir, itraconazol, y ketoconazol, antiácidos, carbamacepina, dexametasona, antihistamínicos H2, fenobarbital, fenitoína, inhibidores de la bomba de protones (9,12,15,16).

El dasatinib está indicado como tratamiento para pacientes con LMC en cualquiera de sus fases o en LLA Cromosoma Filadelfia positivo, que sean resistentes o intolerantes a tratamiento de primera línea. Con éste se puede llegar a obtener una respuesta hematológica completa en la fase crónica del 90 %, en fase acelerada puede llegar al 33 % y la respuesta citogenética completa al 32 %. En la fase blástica mieloide la respuesta hematológica completa puede ser del 24 % y la respuesta citogenética completa del 27 %. En la fase blástica linfoide la respuesta hematológica completa alcanza el 26 % y una respuesta citogenética completa el 50 % (11,15,36).

Nilotinib

El nilotinib es un inhibidor oral de BCR-ABL que ha dado buenos resultados en los pacientes con leucemia mieloide crónica resistentes a imatinib. Es un inhibidor competitivo por el sitio de unión al ATP similar al imatinib, aunque 60 veces mas potente que éste. Está indicado para pacientes en fase crónica o acelerada resistentes al imatinib, con una dosis recomendada de 400 mg dos veces al día, por vía oral. Es inactivo contra la mutación T315I, y su metabolismo es vía citocromo P450. Con un aumento de la exposición al ser utilizado con ketoconazol y aumenta las concentraciones del midazolam; además se debe tener cuidado al utilizar con otras drogas como: antimicóticos tipo azoles, claritromicina, dexametasona, fenitoina y carbamacepina, porque modifica su biodisponibilidad, tanto de las drogas como del nilotinib (37,38).

Bosutinib

El bosutinib (SKI 606) es un inhibidor dual del Src y ABL kinasa, 200 veces mas potente que el imatinib y aunque actúa en múltiples mutaciones no actúa sobre la T315I. Reduce la actividad del endotelio vascular mediado por factores de crecimiento, modificando la permeabilidad y extravasación de células tumorales y limita la interacción entre células tumorales y células sanas (18,30,39).

Otros fármacos

INNO-406 es conocido como CNS-9 siendo de 25 a 55 veces más potente que el imatinib e inhibe la proteína LYN por su actividad antiSFK que se cree es responsable de la progresión de la LMC hacia la fase blástica. Se administra por vía oral y ha mostrado ser un inhibidor competitivo del ATP, aunque no es activo contra la mutación T315I (18,39).

Componentes PD miembros de la familia de la pirimidina, se desarrollaron como inhibidores SRC, y mostraron una potente actividad anti- ABL. Logra inhibir ambos receptores BCR-ABL (activos e inactivos), tiene mas efectividad que el imatinib al unirse a sólo 11 aminoácidos, no es efectivo para la mutación T315I (30).

AP23464 es un inhibidor dual sobre el inhibidor SRC-ABL kinasa, el cual previene la proliferación, bloquea la progresión del ciclo celular y promueve la apoptosis de células de la línea de LMC. Es sensible a todas las mutaciones menos a la T315I y es menos susceptible a la resistencia del Imatinib (30, 39).

MK-406 es un inhibidor de aurora kinasa con actividad contra el BCR-ABL el cual inhibe la auto fosforilación de la mutación T315I BCR-ABL e inhibición de la proliferación de las células LMC (18).

La efectividad del tratamiento de los pacientes con LMC se logra medir revisando tres parámetros importantes: hematológico, citogenético y molecular:

Puede haber respuesta hematológica completa cuando el recuento de leucocitos en sangre periférica sean menor de 100 000/mm3, plaquetas menores de 450 000/mm3, ausencia de células inmaduras o blastos en sangre periférica y ausencia de signos o síntomas con desaparición de la esplenomegalia.

Tendrá una respuesta citogenética completa cuando no haya presencia de Cromosoma Filadelfia en al menos 20 metafases evaluadas. La respuesta citogenética parcial si existe del 1 a 34 % del Cromosoma Filadelfia positivo en por lo menos 20 metafases evaluadas. Será respuesta menor si hay entre el 35 y 95 % en un mínimo de 20 metafases evaluadas. Y una respuesta citogenética mayor cuando se encuentre una respuesta citogenética completa si 0 % de metafases con Cromosoma Filadelfia positivo o una respuesta citogenética parcial con 1 al 35 % de sus metafases con Cromosoma Filadelfia positivo.

Y la respuesta molecular mayor cuando exista una disminución de 3 logaritmos de BCR-ABL medidos por PCR (18, 26).

El monitoreo debe realizarse de acuerdo a lo establecido por las guías internacionales. Se busca remisión hematológica completa a los tres meses, si no se logra se considera resistencia hematológica primaria. Se espera respuesta citogenética parcial a los seis meses; si no se logra se denomina resistencia citogenética primaria. Si luego de obtener la primera y segunda respuesta, éstas se pierden, se considera resistencia hematológica o citogenética secundaria, según la respuesta que se haya perdido. Se espera obtener respuesta molecular mayor luego de seis meses de haber obtenido respuesta citogenética completa.

Para los pacientes con leucemia mieloide en fase crónica que no tengan respuesta al imatinib luego de tres meses a dosis de 400 mg o no hayan obtenido respuesta hematológica completa se debe iniciar búsqueda de donante intrafamiliar HLA idéntico para trasplante alogénico de médula ósea y/o iniciar inhibidores de tirosinkinasa de segunda generación. Se recomienda, si es posible, estudios moleculares para identificación del mecanismo de resistencia, porque los que tienen mutación T315I (translocación de una tretinoina por una isoleucina en la posición 315 del gen ABL) no son candidatos para los nuevos inhibidores (26). Para aquellos que logran respuesta citogenética parcial o completa se continúa igual tratamiento y se recomienda evaluar respuesta por PCR a los seis meses. Esto para los pacientes con LMC que recibieron Imatinib y se les aumentó su dosis de 400 mg diarios a 800 mg diarios(26). Todos los pacientes que obtengan respuesta molecular mayor se les dará tratamiento indefinidamente, todo paciente que pierda la respuesta molecular completa se recomienda evaluar pérdida simultánea de la respuesta citogenética o evolución clonal(26)

La terapia para la LMC está cambiando rápidamente. La experiencia del médico y las preferencias del paciente deben ser tomadas en cuenta en el proceso de selección. La decisión final del tratamiento se debería enfocar en los resultados, los riesgos, y la toxicidad de los diferentes tratamientos. Hoy en día, la meta de la terapia de la LMC es alcanzar una hematopoyesis noclonal, no neoplásica, prolongada y durable, lo cual implica la erradicación de cualquier célula residual que contenga el transcripto BCR/ABL. La meta es una remisión molecular completa y la curación. Los resultados con imatinib han llevado a los médicos a ofrecerlo como terapia de primera línea para los pacientes con LMC de diagnostico reciente. Sin embargo, algunos pacientes desarrollan resistencia al imatinib y en esos casos se deben ofrecer otros tratamientos. El dasatinib está aprobado por la FDA para el tratamiento de todas las etapas de la LMC resistente o intolerante a la terapia anterior, incluyendo el imatinib. Este agente ha cambiado el algoritmo de tratamiento de la LMC ofreciendo una nueva oportunidad a aquellos pacientes cuyo tratamiento estaba restringido por la resistencia al imatinib y la falla de otras opciones terapéuticas (4).

Leucemia linfoblástica aguda en la población pediátrica

 Autor/a: Stephen P. Hunger, Charles G. Mullighan N Engl J Med 2015; 373:1541-52

Aproximadamente 6.000 casos de leucemia linfoblástica aguda (LLA) son diagnosticados cada año en Estados Unidos; la mitad de los casos ocurren en niños y adolescentes. En los Estados Unidos, la LLA es el cáncer más común entre los niños y la causa más frecuente de muerte por cáncer antes de los 20 años de edad. Los síntomas de LLA presentes incluyen hematomas o sangrados por trombocitopenia, palidez y fatiga por anemia e infecciones causadas por neutropenia. La infiltración leucémica del hígado, el bazo, los ganglios linfáticos, y el mediastino es común al momento del diagnóstico.

La leucemia extramedular en el sistema nervioso central (SNC) o en los testículos puede requerir modificaciones específicas del tratamiento. Desde la primera descripción en 1948 de la remisión temporal de la leucemia inducida por la quimioterapia, la LLA pediátrica ha proporcionado un modelo para la mejora de la sobrevida entre los pacientes con cáncer mediante avances progresivos en la eficacia de los regímenes de quimioterapia y la estratificación de la intensidad del tratamiento de acuerdo con las características clínicas del paciente, las características biológicas de las células leucémicas, y la respuesta temprana al tratamiento, todos los cuales son predictivos del riesgo de recaída. Colectivamente, estos avances han aumentado la tasa de sobrevida de menos del 10% en la década de 1960 a 90% en la actualidad. Los nuevos descubrimientos revelan las promesas y  desafíos de las estrategias de precisión médica que integran el genoma de la leucemia en el tratamiento  contemporáneo.


Epidemiología y factores de riesgo

En los Estados Unidos, la incidencia de LLA es de unos 30 casos por millón de personas menores de 20 años de edad, con un pico de incidencia entre los 3 a 5 años de edad. La incidencia varía significativamente según la raza y el grupo étnico: 14,8 casos por millón de personas de raza negra, 35,6 casos por millón de personas de raza blanca y 40,9 casos por millón de hispanos. La LLA de la niñez se desarrolla más frecuentemente en niños que en niñas (relación varón: mujer, 55% a 45%).

Varios factores genéticos (principalmente el síndrome de Down) están asociados con un mayor riesgo de LLA, pero la mayoría de los pacientes no tienen factores heredados reconocidos. Los estudios de asociación genómica han identificado variantes polimórficas en varios genes (incluyendo ARID5B, CEBPE, GATA3, y IKZF1) que están asociadas con un aumento del riesgo de LLA o de subtipos de LLA específicos.

Determinadas mutaciones germinales raras en PAX5 y ETV6 están vinculadas a LLA familiar. Pocos factores de riesgo ambiental se asocian con LLA en niños. El aumento de las tasas de enfermedad se ha relacionado con la exposición a la radiación y a ciertos químicos, pero estas asociaciones explican sólo una muy pequeña minoría de los casos.


Bases genéticas de la LLA

La LLA comprende múltiples entidades con constelaciones distintas de alteraciones genéticas somáticas. Estas alteraciones genéticas incluyen aneuploidía (cambios en el número de cromosomas), reordenamientos cromosómicos que desregulan la expresión génica o resultan en la expresión de proteínas de fusión quimérica, deleciones y ganancias de ADN y mutaciones de la secuencia de ADN. En promedio, los genomas de la LLA infantil contienen sólo 10 a 20 mutaciones silenciosas no codificantes en el momento del diagnóstico y cerca del doble al momento de la recaída.

Muchas mutaciones perturban los procesos celulares clave, incluyendo la regulación transcripcional del desarrollo y la diferenciación linfoide; la regulación del ciclo celular; la vía de supresión tumoral de la proteína TP53 del retinoblastoma; señalización del receptor del factor de crecimiento, Ras, fosfatidilinositol 3-quinasa, y JAK-STAT; metabolismo nucleósido; y modificación epigenética. La perturbación de los últimos dos procesos es común en la recaída.

La LLA puede tener origen en precursores de células B o en el linaje de células T. En el 25 a 30% de los niños con LLA de células B, las células leucémicas tienen hiperdiploidía alta (> 50 cromosomas) debido a una ganancia cromosómica no aleatoria. Este subtipo se asocia con un excelente pronóstico. Se produce hipodiploidía (< 44 cromosomas) en 2 a 3% de los niños con LLA de células B, siendo un factor pronóstico negativo fuerte. La baja hipodiploidía (30 a 39 cromosomas), que se asocia con la presencia de mutaciones TP53 frecuentemente heredadas, es una manifestación del síndrome de Li-Fraumeni.

Las translocaciones cromosómicas y los reordenamientos intracromosómicos son eventos tempranos, posiblemente iniciales en la leucemia. Varios pueden ser detectados en muestras de sangre neonatal años antes de que existan manifestaciones clínicas de leucemia. Estas translocaciones y reordenamientos están generalmente presentes en todas las células leucémicas, se mantienen en la recaída, y con alteraciones genéticas adicionales, inducen leucemia en los sistemas de modelos experimentales.

Existen dos clases funcionales de translocaciones. La primera clase traslada oncogenes a las regiones reguladoras de genes transcriptos activamente, causando la expresión desregulada de una proteína intacta. Los ejemplos incluyen translocaciones que exponen el C-MYC al control de potenciadores de genes de la cadena pesada (IGH) o de la cadena liviana (IGK y IGL) de la inmunoglobulina en el linfoma y la leucemia de Burkitt, reordenamiento de los genes del factor 2 tipo receptor de citoquinas (CRLF2) y del receptor de eritropoyetina (EPOR) en IGH y IGK en la LLA de células B, y yuxtaposición de los factores de transcripción TLX1 y TLX3 al loci del receptor de células T (RCT) en la LLA de células T.

La segunda clase importante de translocaciones yuxtapone dos genes para codificar una proteína quimérica que tiene funciones distintas a la proteína de la cual deriva. Un ejemplo importante es la fusión ETV6-RUNX1, que fusiona dos  factores de transcripción hematopoyéticos; se observa en una cuarta parte de los niños con LLA. Otros ejemplos importantes incluyen la translocación TCF3-PBX1, la translocación t (9; 22) (q34; q11.2) que resulta en la formación del cromosoma Philadelphia (Ph), y reordenamientos cromosómicos del gen de la leucemia de linaje mixto (LLM) que implican al cromosoma 11q23.

El cromosoma Ph codifica para BCRABL1, una tirosina quinasa activada. LLM (KMT2A) codifica una histona metiltransferasa que está involucrada en la regulación epigenética de las células sanguíneas en desarrollo. Más de 70 translocaciones diferentes se dirigen a la LLM, creando proteínas de fusión que median la autorrenovación aberrante de progenitores hematopoyéticos. Las translocaciones LLM son particularmente comunes en la LLA que se desarrolla antes del año de edad (75% de los casos). Las leucemias reorganizadas a LLM tienen muy pocas mutaciones somáticas adicionales, en particular en lactantes.

Estudios de secuenciación y de perfil genómico han identificado subtipos adicionales de LLA. Éstos incluyen casos con desregulación del factor de transcripción del gen ERG y casos con amplificación intracromosómica compleja del cromosoma 21. 

En varios subtipos de LLA no hay una sola alteración cromosómica definida, Y estos subtipos se definen por otras características patológicas o genómicas. Por ejemplo, la LLA de células T precursoras temprana es una agresiva leucemia de stem cells y células progenitoras que tiene un inmunofenotipo distintivo y alteraciones genéticas dirigidas a factores de transcripción, vías de señalización y regulación epigenética. Los pacientes con LLA tipo Ph tienen un perfil de expresión génica de células leucémicas que es similar al de los pacientes con LLA Ph positivo, pero no tienen BCR-ABL1 y ocultan una amplia gama de alteraciones genéticas que activan la señalización de la tirosina quinasa.

Las alteraciones más comunes son fusiones que implican quinasas "clase ABL" (ABL1, ABL2, CSF1R, y PDGFRB), que pueden ser derivadas con inhibidores de ABL1 tales como imatinib y dasatinib, y fusiones, mutaciones o supresiones que activan la señalización JAK-STAT (incluyendo reordenamientos de JAK2, CRLF2, EPOR, y mutaciones de JAK1, JAK2, JAK3 y del receptor de la IL-7).

Con excepción de la leucemia con reordenamiento LLM en lactantes, cada uno de estos subtipos tiene típicamente múltiples alteraciones genéticas adicionales. Estas alteraciones habitualmente se dirigen a los genes que codifican proteínas implicadas en la señalización celular, la supresión tumoral y la diferenciación linfoide. Los dos genes diana más comunes que rigen el desarrollo linfoide B son PAX5 (mutado en el 35% de los casos de LLA en niños) y IKZF1 (mutado en el 15%). 



Factores pronósticos

Los factores predictivos del aumento o la disminución de las posibilidades de curación son considerados cuando las decisiones se toman en base a la intensidad de la quimioterapia y la selección de los pacientes en primera remisión para el trasplante alogénico de células hematopoyéticas (Tabla 1). Los principales factores pronósticos incluyen las características clínicas que están presentes al momento del diagnóstico, las características biológicas y genéticas de las células leucémicas, y la respuesta temprana al tratamiento.

Características clínicas

La edad del paciente y el recuento inicial de glóbulos blancos son predictivos de los resultados, con la mayor edad o el mayor recuento de glóbulos blancos augurando un peor pronóstico. Una conferencia de consenso definió los subgrupos de LLA con "riesgo estándar" (edad de 1 a 9,99 años y recuento inicial de glóbulos blancos <50.000/mm3) y "alto riesgo" (edad ≥ 10 años, recuento inicial de glóbulos blancos ≥ 50,000/mm3, o ambos) comprendiendo, respectivamente, alrededor de dos tercios y un tercio de los niños con LLA de células B. Los niños menores de 1 año son un subgrupo especial de pacientes con peores resultados.

La edad y el recuento inicial de glóbulos blancos han limitado la importancia pronóstica en la LLA de células T. Varios subtipos de LLA ocurren con más frecuencia en ciertas razas y grupos étnicos, incluyendo LLA TCF3-PBX1 en la raza negra y LLA con reordenamiento CRLF2 en hispanos. Por lo tanto, las variaciones genéticas heredadas son importantes en la patogénesis de la LLA.

Inmunofenotipo
La expresión citoplasmática y en la superficie celular de los marcadores de linaje (inmunofenotipo) clasifica la LLA infantil en subgrupos de precursores de células B (85%) o de células T (15%) que son una reminiscencia de las etapas normales de la maduración linfoide. Los pacientes con leucemia o linfoma de Burkitt tienen un inmunofenotipo de células B maduras, con expresión de inmunoglobulina en la membrana celular, reordenamiento del oncogén MYC, y un curso clínico agresivo pero curable. Muchas mutaciones que están vinculadas a la leucemogénesis están dirigidas a genes que regulan la diferenciación normal de células B o de células T, deteniendo la diferenciación.

Los pacientes con LLA de células T a menudo son del sexo masculino, de raza negra, de mayor edad y con menor probabilidad de ser hispanos que los pacientes con LLA de células B, tienen recuentos de glóbulos blancos iniciales más altos que los pacientes con LLA de células B, y tienen compromiso de los ganglios linfáticos del mediastino y del SNC. Históricamente, la sobrevida de los niños con LLA de células T era inferior a la de los niños con LLA de células B. Con el uso de un tratamiento más intensivo, esta diferencia se ha reducido sustancialmente. Algo de la preponderancia de la LLA de células T entre los niños y hombres jóvenes puede deberse a mutaciones específicas dirigidas a los genes del cromosoma X.

Características genéticas y biológicas
Varias alteraciones genéticas se asocian con el resultado en niños con LLA. La alta hiperdiploidía y el t críptico (12; 21) que codifica para ETV6-RUNX1 se asocian con un resultado favorable. La hipodiploidía con menos de 44 cromosomas, el reordenamiento LLM, el BCR-ABL1, la LLA tipo Ph, el reordenamiento CRLF2, la amplificación intracromosómica del cromosoma 21, y la LLA de células T precursoras temprana se asocian con características clínicas de alto riesgo o un mal resultado.

Las alteraciones de IKZF1, que codifica para el factor de transcripción linfoide Ikaros, son comunes en la LLA Ph-positivo y en la LLA tipo Ph. Estas alteraciones también se asocian con un pobre resultado.

Respuesta temprana al tratamiento
El tiempo necesario para eliminar la carga de población de células leucémicas a niveles indetectables es el factor pronóstico más poderoso en la LLA infantil. Los niveles submicroscópicos de enfermedad mínima residual en la LLA (1 célula leucémica por 104 a 105 células normales) se pueden medir mediante amplificación por reacción en cadena de la polimerasa de los reordenamientos de genes IGH o TCR clonotípicos que son únicos de la leucemia de un paciente individual o por detección mediante citometría de flujo de combinaciones aberrantes de antígenos en la superficie celular.

El riesgo de fracaso del tratamiento y de muerte es 3 a 5 veces más alto entre los niños con niveles de enfermedad mínima residual del 0,01% o mayores al final de la terapia de inducción y en puntos de tiempo posteriores que entre aquellos con niveles inferiores al 0,01%. La intensificación del tratamiento para los pacientes con niveles más altos de enfermedad mínima residual mejora los resultados.  Las técnicas de secuenciación de próxima generación emergentes para la detección de enfermedad mínima residual pueden ser útiles al proporcionar una detección sensible de células leucémicas por debajo del nivel detectado con  otras técnicas. 


Tratamiento

Mejoras en la sobrevida con el tiempo
Hace casi 50 años, la quimioterapia de combinación inducía a la remisión (desaparición de la evidencia clínica de leucemia y restauración de la hematopoyesis normal) en el 80 a 90% de los niños con LLA. Sin embargo, la enfermedad recayó en casi todos estos niños, por lo general en el SNC, con tasas de sobrevida del 10 a 20%. La sobrevida aumentó considerablemente con la adición de la irradiación craneoespinal o craneal y de la quimioterapia intratecal.

Un hito importante en el tratamiento de niños con LLA fue el desarrollo de un régimen intensivo de inducción y consolidación de 8 semanas y con 8 drogas introducido por Riehm y col. Este régimen, que ahora se llama protocolo I, se convirtió en la base para el régimen Berlín-Frankfurt-Münster, que es el núcleo de la mayoría de las terapias actuales para LLA.

Desde que se introdujo este régimen, grandes grupos de investigación cooperativa e instituciones individuales han enrolado al 75-95% de los niños con diagnóstico de LLA de América del Norte y Europa Occidental en ensayos clínicos. Estos ensayos han dado lugar a mejoras notables en la sobrevida, con tasas de sobrevida libre de eventos a cinco años de hasta el 85% y tasas de sobrevida global de hasta el 90%, según los datos más recientemente reportados.

Tratamiento contemporáneo
Los componentes básicos de las diversas terapias para los niños con LLA son similares e incluyen varias fases discretas. La terapia de inducción tiene una duración de 4 a 6 semanas e incluye una semana de glucocorticoides (prednisona o dexametasona), vincristina, una preparación de asparaginasa, el uso opcional de una antraciclina y quimioterapia intratecal. Casi todos los pacientes alcanzan la remisión, pero esto no es una cura, ya que la recaída ocurrirá universalmente sin terapia adicional.

Después de la remisión, el tratamiento incluye 6 a 8 meses de quimioterapia de combinación intensiva que está diseñada para consolidar la remisión y prevenir el desarrollo de leucemia manifiesta en el SNC. Luego se administra tratamiento como una fase de intensificación retardada de 8 semanas (Protocolo II), en base al protocolo I Berlín-Frankfurt-Münster. Los cursos repetidos de metotrexate, administrado ya sea a través de infusión intravenosa corta o en altas dosis durante 24 horas, seguido de la administración de ácido folínico para "rescatar" los tejidos normales de los efectos tóxicos, son un componente crítico de todos los regímenes contemporáneos para LLA.

Los pacientes reciben entonces terapia de mantenimiento de baja intensidad basada en "antimetabolitos" durante 18 a 30 meses. Esta terapia consiste en mercaptopurina o tioguanina oral diaria y metotrexate oral semanal. Algunos regímenes también incluyen pulsos periódicos por 5 a 7 días de glucocorticoides y vincristina. Las razones exactas por las que se requiere una terapia de mantenimiento y la composición y la duración más eficaces de la quimioterapia se desconocen.

Debido a que el tratamiento de mantenimiento es prolongado y a que requiere la administración diaria de un fármaco oral, la adhesión puede ser problemática; 20% de los pacientes tienen una adherencia menor al 90%, y la disminución de la adherencia se asocia con un riesgo de recaída que es 4 veces más alto que el riesgo entre los pacientes cuya tasa de adherencia es del 90% o mayor. Los polimorfismos del huésped pueden influenciar tanto la eficacia como la toxicidad de la mercaptopurina, que es la columna vertebral de la terapia de mantenimiento.

Terapia dirigida al SNC
La irradiación craneal mejoró dramáticamente las tasas de curación de los pacientes con LLA en las décadas de 1960 y 1970, pero se asoció con un aumento del riesgo de tumores secundarios del SNC, retraso en el crecimiento, endocrinopatías y alteraciones neurocognitivas. En consecuencia, la irradiación del SNC se ha limitado a subgrupos de pacientes cada vez más pequeños a través del tiempo.

Varios grupos de investigación han eliminado la irradiación del SNC para la mayoría o todos los niños con LLA de reciente diagnóstico, y sus resultados son bastante similares a los obtenidos por los grupos que siguen incluyendo la irradiación en la terapia para niños con LLA. El rol actual de la irradiación del SNC es controversial, pero todos los grupos ahora tratan al menos al 80% de los niños que han sido recién diagnosticados sin el uso de la irradiación craneal.

Tratamiento de la LLA recaída, incluyendo el Trasplante de Células Hematopoyéticas (TCH)
La recaída se produce en el 15 a 20% de los niños con LLA, y las tasas de curación son mucho más bajas después de la recaída. Los factores pronósticos en la recaída incluyen el tiempo hasta la recaída (un tiempo más corto se asocia con un peor pronóstico), el inmunofenotipo (el inmunofenotipo de células T se asocia con un peor pronóstico), y el sitio de recaída (la enfermedad de la médula ósea se asocia con peor pronóstico que la enfermedad extramedular).

Las células leucémicas obtenidas de pacientes en recaída temprana frecuentemente albergan mutaciones que disminuyen la sensibilidad a los fármacos quimioterápicos comunes. Si la recaída se produce después de terminar el tratamiento primario, la mayoría de los niños entrarán en una segunda remisión, y la posibilidad de curación es de aproximadamente 50%. Si la recaída se produce durante la terapia, la posibilidad de alcanzar una segunda remisión es sólo del 50 al 70%, y sólo 20 a 30% de los pacientes se curan.

El trasplante alogénico de células hematopoyéticas se utiliza mucho más comúnmente después de la recaída (en ≥ 50% de los pacientes) que durante el tratamiento primario (5 al 10% de los pacientes). La evaluación de la respuesta de la enfermedad mínima residual puede ser útil para determinar cuáles pacientes deben ser sometidos a trasplante durante una segunda remisión y cuáles pacientes no. 

La LLA es frecuentemente una enfermedad policlonal, y mutaciones en subclones pueden ser seleccionadas por la quimioterapia y promover la resistencia. Éstas incluyen mutaciones CREBBP que están vinculadas con resistencia a los glucocorticoides y mutaciones NT5C2 y PRPS1 que están asociadas con resistencia a las tiopurinas. En futuros estudios, será importante identificar las mutaciones emergentes que están asociadas con resistencia y explorar el potencial para la modificación de la terapia a fin de eludir la recaída.

Terapia dirigida y medicina de precisión
Las mejoras dramáticas en la sobrevida de los niños con LLA en los últimos 50 años se deben casi exclusivamente a la identificación de dosis y esquemas de agentes quimioterápicos más eficaces que han estado ampliamente disponibles desde hace décadas más que al desarrollo de nuevos tratamientos. Los recientes descubrimientos en relación a las bases genéticas de la LLA y el desarrollo de terapias dirigidas a las lesiones moleculares que afectan a la sobrevida de las células leucémicas han allanado el camino para el uso expansivo de enfoques de medicina de precisión para el tratamiento del cáncer.

Un ejemplo notable es el uso de inhibidores de tirosina quinasa en pacientes con leucemia mieloide crónica, un cáncer que es accionado por la oncoproteína de fusión BCR-ABL1. El tratamiento con inhibidores de tirosina quinasa (imatinib y agentes relacionados) ha convertido a la leucemia mieloide crónica de una enfermedad con requerimiento de terapia intensiva y a menudo de TCH a una enfermedad crónica que puede en la mayoría de los casos ser manejada con éxito durante décadas con inhibidores de tirosina quinasa orales, con el potencial  para la interrupción del tratamiento en algunos pacientes.

La proteína de fusión BCR-ABL1 también se produce en el 25% de los adultos y en el 3 a 5% de los niños con LLA (LLA Ph-positivo), y en la LLA, en comparación con la leucemia mieloide crónica, se asocia con alteraciones genéticas secundarias, en particular alteraciones del IKZF1. Antes del uso de inhibidores de la tirosina quinasa, menos de la mitad de los niños con LLA Ph-positivo sobrevivían. La combinación de imatinib con quimioterapia citotóxica ha demostrado ser altamente eficaz en niños con LLA Ph-positivo y ha reducido al mínimo la necesidad de TCH en la primera remisión.

La  LLA tipo Ph se asocia con un pobre pronóstico, y es una candidata lógica para la terapia con inhibidores de la tirosina quinasa adaptada individualmente. Una amplia gama de alteraciones genéticas activa la señalización quinasa en la LLA tipo Ph; éstas incluyen una alta frecuencia de reordenamientos que convergen en un número limitado de vías de señalización, incluyendo la señalización clase ABL y JAK-STAT.

Grandes estudios preclínicos demuestran que la activación de las vías de señalización inducida por estas alteraciones es sensible a los inhibidores de tirosina quinasa; esto sugiere que los enfoques de medicina de precisión deberían ser exitosos en todos los subgrupos de LLA. Estos hallazgos son apoyados por  informes anecdóticos de las respuestas dramáticas de la LLA tipo Ph refractaria a quimioterapia a la terapia con inhibidores de tirosina quinasa. Esto es especialmente importante en niños mayores y adultos, en los que la LLA tipo Ph es más común.  

Un reto importante en el diseño de futuros ensayos clínicos será garantizar el enrolamiento adecuado de los pacientes que albergan cada clase de alteración genética. Para hacer frente a este desafío, tendrán que desarrollarse ensayos clínicos internacionales que involucren múltiples grupos cooperativos, como se ha realizado con éxito en estudios de LLA Ph-positivo.


Inmunoterapia
CD19 es un antígeno de la superficie celular que está presente en alta densidad en la mayoría de las células leucémicas tipo B. Varios grupos han desarrollado estrategias para transducir células T autólogas con un fragmento de anticuerpo anti-CD19 acoplado a los dominios intracelulares de señalización del receptor de células T, lo que permite redirigir a los linfocitos T citotóxicos para que reconozcan y eliminen a las células leucémicas tipo B. Estas células T proporcionan una opción terapéutica nueva importante.

En un estudio, 30 niños con LLA tratada intensivamente y con múltiples recaídas fueron tratados con estas células T quiméricas con receptor de antígeno modificado; el 90% de los niños alcanzó la remisión, con remisión sostenida en alrededor de dos tercios de los mismos. Aproximadamente tres cuartas partes de los niños estaban vivos 6 meses después de la infusión. Las remisiones fueron duraderas, con 1 a 3 años de seguimiento. Muchos pacientes presentaron un síndrome de liberación de citoquinas grave después de la activación de las células T citotóxicas in vivo. Este síndrome fue acompañado por altos niveles de IL-6 en suero que podrían ser tratados con éxito con el anticuerpo anti-IL-6 tocilizumab. Están en curso estudios de durabilidad de la terapia de receptor de antígeno quimérico de células T y su rol en los pacientes con LLA con enfermedad menos avanzada.

Una estrategia diferente para aprovechar la respuesta inmune de las células T contra las células leucémicas es proporcionada por el blinatumomab, un anticuerpo modificado genéticamente que contiene fragmentos que reconocen tanto el CD19 como el CD3 (que está presente en todas las células T) y que por lo tanto pone a las células T en contacto directo con las células leucémicas B, permitiendo que las células T citotóxicas las eliminen. El blinatumomab actualmente está siendo evaluado en niños con una primera recaída de LLA de células B.

Efectos tóxicos del tratamiento a corto plazo y largo plazo
Aproximadamente del 1 al 2% de los niños con LLA mueren antes de alcanzar la remisión, y un adicional de 1 a 2% mueren por los efectos tóxicos durante la remisión. Los pacientes con síndrome de Down, los lactantes, los adolescentes mayores, y aquellos que reciben terapia más intensiva tienen un mayor riesgo de muerte por efectos tóxicos, principalmente debido a infección. Los riesgos pueden ser mitigados mediante modificaciones en la terapia y el tratamiento de apoyo. A medida que las tasas de curación para la LLA infantil mejoran, la muerte relacionada con el tratamiento representa un porcentaje más alto de todas las muertes.

Uno de los problemas más acuciantes asociados con la terapia actual para la LLA es la osteonecrosis, que ocurre en el 5 a 10% de los pacientes. El riesgo es mucho mayor entre los adolescentes (15 a 20%) que entre los niños pequeños, y las niñas son afectadas con mayor frecuencia que los varones. La osteonecrosis más comúnmente afecta a grandes articulaciones, en especial las caderas, las rodillas, los hombros y los tobillos, y a menudo requiere tratamiento quirúrgico, incluyendo reemplazo de la articulación. Las modificaciones en los esquemas de administración de glucocorticoides pueden disminuir el riesgo de osteonecrosis.

Efectos adicionales relacionados con el tratamiento incluyen síndrome metabólico, obesidad, alteraciones cardiovasculares y efectos tóxicos del SNC y periférico. Estos efectos son causados por agentes antileucémicos muy eficaces, y el riesgo de efectos tóxicos en una persona se ve influenciado por factores genéticos del huésped y por la actividad y metabolismo del fármaco involucrado. Por lo tanto, un objetivo importante es la adaptación de la exposición al fármaco de acuerdo con el riesgo previsto de recaída y de efectos tóxicos específicos.

Un niño  curado de LLA se espera que tenga entre 60 y 80 años de vida útil restante. Las preguntas críticas son si esa expectativa de vida se ve acortada por la leucemia, su tratamiento, o ambos, si ciertas condiciones de salud crónicas que afectan la vida diaria se desarrollan con una frecuencia más alta o con mayor gravedad en los sobrevivientes que en las personas que nunca recibieron tratamiento para la LLA infantil, y si persisten efectos emocionales o neurocognitivos duraderos que limitan la plena realización del potencial del paciente.

Desafortunadamente, muchos sobrevivientes de LLA tienen efectos tóxicos crónicos, y las alteraciones neurocognitivas parecen aumentar a medida que se acercan a la edad media. El seguimiento continuo a largo plazo de las personas que tuvieron LLA en la infancia es esencial para definir los riesgos y desarrollar estrategias para disminuirlos, así como para disminuir los efectos tóxicos del tratamiento.


Implicaciones del éxito del tratamiento

Las tasas de sobrevida de los adolescentes con LLA son inferiores a las de los niños pequeños, y la sobrevida es aún peor entre los adultos jóvenes. Las razones de estas diferencias son multifactoriales e incluyen factores del tratamiento, una mayor prevalencia de subtipos genéticos desfavorables entre los pacientes de mayor edad, la disminución de la capacidad de los adolescentes y adultos jóvenes de recibir tratamiento intensivo sin presentar efectos adversos secundarios, y factores sociales tales como la cobertura de los seguros y la falta de supervisión parental de la terapia. Las instituciones y los grupos cooperativos que tratan a adultos jóvenes con LLA han adoptado con éxito un tratamiento basado en regímenes pediátricos. Esta estrategia es factible para pacientes de hasta alrededor de 50 años de edad, con los primeros resultados sugiriendo importantes mejoras en la sobrevida.

Dado que la población de niños es mayor en países de medianos y bajos ingresos que en los países de altos ingresos, el número total de niños con diagnóstico de LLA es también mayor en estos países; estos niños tienen una sobrevida inferior en comparación con los niños tratados en países de altos ingresos. Dado que la LLA puede ser diagnosticada con técnicas sencillas y tratada exitosamente con agentes quimioterapéuticos relativamente baratos, es factible  mejorar rápidamente el resultado de los niños con LLA en los países de bajos y medianos ingresos. Las asociaciones y relaciones entre los centros de altos ingresos de América del Norte y Europa occidental y los centros de cáncer pediátrico de Asia, América Central y América del Sur, y Europa del Este han mejorado sustancialmente la sobrevida de los niños con LLA. 

Conclusiones

En los últimos años se observaron avances tremendos en la comprensión de la biología de la LLA y una notable eficacia de los enfoques terapéuticos biológicos y químicos dirigidos para una enfermedad de lo contrario refractaria. Se prevé que en los próximos años el paisaje genómico de la LLA será descripto completamente, las causas biológicas del fracaso del tratamiento totalmente dilucidadas, y los roles de una amplia gama de nuevos productos químicos y biológicos definidos. A medida que la tasa de curación de la LLA infantil se acerque al 100%, los principales retos serán identificar a las personas que requieren una terapia menos intensiva para alcanzar la curación y purificar los regímenes tóxicos y complejos para incorporar enfoques más simples y seguros que darán como resultado una alta calidad de vida, junto con una mayor sobrevida a largo plazo.

(Ver Tabla 1 a continuación)


Comentario: La leucemia linfoblástica aguda es la principal causa de muerte por cáncer en la población pediátrica; la edad, ciertos factores genéticos y ambientales, la respuesta al tratamiento y a los efectos tóxicos del mismo son determinantes importantes en la evolución y la sobrevida de estos pacientes. Los avances en el diagnóstico y manejo de la LLA han mejorado notablemente la capacidad de respuesta de estos pacientes; el desafío a futuro será diseñar esquemas de tratamiento que sean altamente eficaces pero con menor toxicidad, a fin de mejorar la calidad de vida del paciente mientras se logra la remisión, y evitar efectos nocivos a largo plazo que afecten la sobrevida. 

Resumen y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol