viernes, 2 de agosto de 2024

Nuevos aspectos sobre la coagulación intravascular diseminada

 Autor/a: Dres. Toh CH, Dennis M BMJ. 2003 Oct 25;327(7421):974-7.

Desarrollo

La coagulación intravascular diseminada (CID) se asocia con un resultado adverso e incluso muchos clínicos la asocian con la muerte. Se dispone actualmente de una droga destinada a la coagulopatía por sepsis severa (proteína C activada) que ha sido efectiva en el tratamiento de esta condición. Se presenta una revisión sobre CID y el momento que indicaría el comienzo de que una respuesta adaptativa se transforma en una respuesta no adaptiva que puede producir injuria. La definición precisa del laboratorio podría ser una ventana terapéutica en la enfermedad crítica que podría mejorar los resultados.

Fuente y criterios de selección

Se realizó una búsqueda en PubMed sobre el tema que arrojó un total de 10.262 publicaciones. Muchas recomendaciones se basan en la opinión de expertos y en consensos de guías más que en evidencias. Se incluyeron los últimos trabajos randomizados sobre el estudio, el diagnóstico y el manejo de la CID.

Definición

La CID se caracteriza por una pérdida en el control de la activación de la coagulación intravascular. Tiene fases que caracterizan a las pacientes con riesgo de una mayor mortalidad. La Sociedad Internacional de Trombosis y Hemostasia propuso definiciones para facilitar la detección y el tratamiento.

Puntos claves:

· La CID se produce por la generación anormal de trombina.

· La CID es relevante en los pacientes con sepsis; el primer tratamiento exitoso es por la generación de trombina con proteína C activada.

· La CID ejemplifica la interacción multifacética entre los pasos de inflamación y de coagulación.

· La CID indica la transición de los procesos de coagulación localizados, adaptativos y compensados a la respuesta no adaptiva.

· La identificación de  marcadores circulantes que propagan la generación de trombina puede indicar el momento de la diseminación y ser una herramienta para el tratamiento.

Epidemiología

La CID es un síndrome adquirido que puede tener varias causas. La presencia de la CID aumenta el riesgo de mortalidad independientemente de la patología primaria y la remoción de esa causa no necesariamente alivia el proceso. Sin embargo, la remoción de los productos de la concepción por cirugía o por expulsión espontánea lleva a la remisión de las causas obstétricas. Por otro lado, el uso de antibióticos apropiados es insuficiente para prevenir un mayor deterioro de la sepsis.

Manifestaciones clínicas

La alteración en la coagulación puede manifestarse clínicamente en cualquier punto del espectro desde el sangrado a la trombosis. A pesar de que el sangrado es el arquetipo de la manifestación clínica en los pacientes con CID, como resultado de la reducción de las plaquetas y los factores de coagulación, la falla orgánica es un hallazgo más frecuente. Los hallazgos de la autopsia muestran el sangrado difuso en varios sitios, con necrosis hemorrágica y trombos en pequeños y grandes vasos. Los modelos experimentales en animales con CID muestran el depósito de fibrina en varios órganos como causa de falla orgánica.

Fisiopatología

Hay varios puntos en la fisiopatología de la CID. Primero, es el rol central de la generación de la trombina in vivo. Segundo son los mecanismos que mantienen y perpetúan la generación de la trombina que es patogénica en la diseminación. Tercero, es la activación paralela y concomitante de la cascada de la inflamación. Cuarto, es la importancia de la microvasculatura endotelial en este proceso.

Generación de la trombina in vivo

La generación de la trombina in vivo es el pivote del control hemostático a través del balance de la actividad procoagulante y anticoagulante. La formación del coágulo a través de la conversión del fibrinógeno en fibrina se controla simultáneamente a través de la trombina de la activación de la regulación del anticoagulante de la proteína C. Esto sirve para varios roles potenciales, incluyendo el reclutamiento de procesos celulares y la activación de respuestas endoteliales apropiadas. Este delicado balance homeostático del control de la generación de la trombina se pierde en la CID.

Mecanismos que mantienen y perpetúan la generación de la trombina

A pesar de que el factor tisular o la vía extrínseca de la coagulación juega una rol importante en la generación de trombina, el reclutamiento de otros procesos lleva a la coagulación intravascular diseminada. La formación de trombina se realiza a través de la vía intrínseca de la coagulación, que lleva al consumo y la depleción de las proteínas de regulación anticoagulante-proteína C, proteína S y antitrombina. Además, la exposición aumentada de los fosfolípidos facilita la propagación de la coagulación. El daño celular lleva a la generación de micropartículas de plaquetas, monocitos y células endoteliales, que aumenta el área de superficie para la reacción coagulante.

Mecanismos que mantienen y perpetúan la generación de la trombina:

· La activación de la vía extrínseca de la coagulación

· Reducción de los niveles de factores anticoagulantes endógenos (por ejemplo, la proteína C, antitrombina)

· Aumento de la disponibilidad de fosfolípidos

Relación entre la inflamación y la coagulación

Una vez activadas, las vías de inflamación y coagulación interactúan para amplificar la respuesta. Mientras que las citoquinas y los mediadores pro-inflamatorios pueden inducir la coagulación, la trombina y otras proteasas interactúan con los receptores para promover una mayor activación e inflamación. Cuando el proceso se generaliza, lleva a una respuesta descontrolada que alimenta el círculo vicioso entre la inflamación y la coagulación.

Activación de la célula endotelial

La respuesta normal del endotelio es relevante para la regulación entre la inflamación y la coagulación. La falla en el órgano endotelial lleva al desarrollo de la CID. El grado de coagulopatía y la dominancia de la secuela tanto trombótica como de sangrado depende de factores genéticos y de otra índole del huésped.

Diagnóstico y tratamiento

Diagnóstico

Los tests de laboratorio que hacen diagnóstico se caracterizan por la prolongación en los tiempos de coagulación (por ejemplo, el tiempo de protrombina, el tiempo de activación de la tromboplastina parcial), el aumento de los productos de degradación de la fibrina (por ejemplo, el dímero D), una disminución en las plaquetas y en el fibrinógeno. Sin embargo, los valores normales no excluyen una coagulopatía por consumo importante, sobre todo porque la fase aguda presenta un acortamiento en el tiempo de activación de la tromboplastina parcial y un aumento en las concentraciones de fibrinógeno. Por esta razón, se pone el énfasis en ver la tendencia alterada de los resultados y no sólo los resultados alterados.

Tratamiento

El manejo de la CID se debe basar en la remoción del factor causante. Sin embargo, la remoción de esa causa no necesariamente alivia el proceso. La eficacia del tratamiento de sustitución de plasma o plaquetas no ha sido probada en trabajos controlados y randomizados. Sin embargo, pareciera ser una opción razonable, particularmente cuando estos factores están disminuidos en pacientes con sangrado activo o con alto riesgo de sangrado. No hay ningún trabajo que sostenga que estos factores hacen perpetuar el cuadro. El beneficio de la administración de heparina no ha sido demostrado e incluso es debatible en las pacientes con CID con riesgo de sangrado.
Se utilizó con éxito la forma recombinante de la proteína C activada humana en la sepsis severa, donde la mortalidad a los 28 días se redujo significativamente del 31% al 25% (evidencia de nivel I). La proteína C activada actúa como anticoagulante y tiene propiedades antinflamatorias y antiapoptóticas. Esto puede explicar por qué otros anticoagulantes endógenos (la antitrombina y el inhibidor del factor tisular) no han sido eficaces. La proteína C activada se utiliza en una infusión de 96 horas y se debe tener precaución con los pacientes con trombocitopenia severa (menos de 30x109/l) por el aumento en la incidencia de hemorragia intracerebral en pacientes tratadas.
La proteína C no activada se ha utilizado con éxito en la septicemia meningocóccica (evidencia de nivel IV). Sin embargo, la conversión a proteína C activada in vivo dependería de la presencia de los receptores de la superficie celular (trombomodulina y el receptor de la proteína C endotelial) que puede disminuir en la sepsis.

Conclusiones

Nueva información sobre la fisiopatología y el tratamiento de la CID llevará a un mejor pronóstico de estos pacientes que tienen una alta mortalidad. Se debe poner el énfasis en la relación entre los mediadores y los factores que propagan la generación de la trombina, especialmente en lo que respecta a la relación entre inflamación y la coagulación.

· Tratamiento de la coagulación intravascular diseminada

· Tratamiento agresivo de la causa subyacente

Apoyo multiorgánico:

Resucitación circulatoria o agentes inotrópicos, ventilación, hemodiálisis.
Reposición de sangre en caso de sangrado o con alto riesgo de sangrado (post-cirugía, pre-procedimiento): Plaquetas si están por debajo de 50x109/l (4-8 unidades = 1-2 dosis de adulto); Plasma fresco congelado si los tiempos de coagulación están prolongados-15 ml/kg (1 litro = 4 unidades = 1 dosis de adulto)
Crioprecipitados para mantener el fibrinógeno >1.0 g/l-1-1.5/10 kg (10 unidades = 1 dosis de adulto)

Proteína C activada en adultos con sepsis severa y falla multiorgánica, si las plaquetas no están por debajo de 30x109/l

Trombocitopenia incidental

 Autor/a: Dres. Charlotte Bradbury, Jim Murray BMJ 2013;346:f11

Artículo

Presentación de un caso

Una mujer de 64 años, asintomática, consulta a su médico de cabecera por fatiga y pérdida de peso. En el hemograma completo presenta hemoglobina de 125 g/L, volumen corpuscular  medio, 90 fl (80-99; 1fL=1 μm3), plaquetas 54×109/L (150-400), leucocitos 6,3×109/L (4-11), y neutrófilos 4,8×109/L (2-7.5). El extendido de sangre periférica confirma la trombocitopenia con normalidad del resto de las células.

¿Cuál debería ser la investigación siguiente?

La trombocitopenia puede ser el resultado de la producción alterada de las plaquetas (por ej., por disfunción medular), de su mayor destrucción (inmune o no inmune), de su distribución anormal o, de una combinación de estos factores.

Si se detecta trombocitopenia aislada en forma incidental en un paciente asintomático que no está bajo tratamiento farmacológico importante y su extendido de sangre periférica es normal, comúnmente se trata de una trombocitopenia inmune (TPI). No hay datos precisos sobre la frecuencia relativa de las diferentes causas de trombocitopenia, aunque en la actualidad hay un registro internacional de adultos y niños.

La TPI es un trastorno adquirido caracterizado por  trombocitopenia aislada <100×109/L, provocada por una mayor destrucción plaquetaria y el deterioro de su formación. En el mundo desarrollado, se registran anualmente 6/100.000 casos incidentales de TPI crónica en adultos, con igual proporción en ambos sexos, aunque es más común en las mujeres de 30 a 60 años.

En los niños, la incidencia estimada es de 2-6/100.000 casos/año. Es un diagnóstico de exclusión, sin pruebas específicas que ayuden al diagnóstico definitivo. La TPI puede ser primaria o secundaria a otras condiciones (lupus eritematoso sistémico, trastornos linfoproliferativos, VIH y hepatitis C). Aunque la evidencia para orientar las investigaciones es limitada, recientemente se han publicado normas por consenso internacional para el manejo de la TPI primaria. El interrogatorio y el examen clínico pueden establecer la causa subyacente. 

Historia

Edad
La mielodisplasia es más común en los ancianos mientras que en los jóvenes es importante  hacer el diagnóstico diferencial con la trombocitopenia congénita (por ej., la anomalía de May-Hegglin y el síndrome de Bernard-Soulier). En los niños es más probable que la TPI sea más frecuentemente de carácter inmune que hereditario; puede aparecer después de una infección viral y es de corta duración; la mayoría de los niños se recupera espontáneamente. Por el contraio, en los adultos tiende a desarrollarse en forma insidiosa siguiendo una evolución crónica.

Hematomas o hemorragias
La presencia de hematomas o hemorragias indica que la trombocitopenia es “verdadera”, y deben hacerse los estudios correspondientes cuanto antes, con el fin de detectar una coagulopatía. En concreto, se debe recabar información sobre la aparición de epistaxis, hematuria, menorragia y sangrado excesivo y también sobre antecedentes que puedan evidenciar una anormalidad de la hemostasia (cirugía, extracción dental, parto). Si el antecedente es reciente (especialmente con hemogramas normales previos) se puede sospechar una causa adquirida mientras que si el antecedente es de larga data (con o sin historia familiar) es más probable que se trate de una causa hereditaria leve.

Síntomas constitucionales
La presencia de fiebre, sudores nocturnos y adelgazamiento debe ser investigada con prontitud  bajo la sospecha de linfoma, infección o cáncer. Los pacientes con TPI suelen sentirse bien sin experimentar síntomas específicos.

Infección y antecedentes inmunológicos
En ocasiones, la trombocitopenia es la primera manifestación de infección VIH o hepatitis C en pacientes que por lo demás están bien; es importante evaluar los factores de riesgo  y no desestimar el cribado.

La infección por Helicobacter pylori también ha estado asociada a la TPI y debe ser considerada en pacientes con dispepsia. La respuesta al tratamiento de erradicación es variable.

También pueden ser importantes otras infecciones agudas o crónicas recientes (por virus, bacterias o protozoarios), algunas vacunas (con virus vivos atenuados) o el antecedente de autoinmunidad (por ej., erupciones o artralgias).

Consumo de medicamentos o alcohol
Una causa potencial de trombocitopenia son todos los medicamentos iniciados recientemente (prescritos o no). Algunos (como los citotóxicos) provocan una trombocitopenia predecible, mientras que otros dan como resultado una trombocitopenia idiosincrásica.

El consumo de quinina (agua tónica) puede provocar trombocitopenia importante a través de un mecanismo mediado por la inmunidad.

Un número cada vez mayor de pacientes es dado de alta a la comunidad con tratamiento tromboprofiláctico por lo que es necesario considerar la trombocitopenia inducida por heparina en los pacientes que han comenzado ese tratamiento recientemente (<14 días); estos pacientes pueden haber tenido o no manifestaciones trombóticas. La heparina de bajo peso molecular tiene casi 10 veces menos probabilidad de producir este efecto que la heparina no fraccionada.

La ingesta excesiva de alcohol es una causa común de trombocitopenia moderada (frecuentemente con macrocitosis), a menudo con un recuento de plaquetas de 75-100×109/L.

Cáncer
El cáncer puede causar trombocitopenia a través de muchos mecanismos, entre ellos la infiltración de la médula ósea y la hemólisis microangiopática crónica. 

Embarazo
El embarazo amplía el diagnóstico diferencial y debe ser tenido en cuenta en las mujeres en edad fértil.  La trombocitopenia gestacional es leve (>80×109/L), común, y aparece en el  tercer trimestre sin consecuencias clínicas adversas.

Sin embargo, los trastornos hipertensivos (la hemólisis de la preeclampsia y del síndrome HELLP) también pueden ocurrir en el tercer trimestre y requieren la interconsulta obstétrica urgente.

La coagulación intravascular diseminada puede precipitarse por emergencias obstétricas como el desprendimiento de placenta, la hemorragia posparto, la embolia de líquido amniótico o la sepsis.

La TPI se puede presentar en forma incidental durante el embarazo debido a que es una enfermedad que afecta con frecuencia a las mujeres de esa franja etaria.

La púrpura trombocitopénica trombótica es una afección grave e infrecuente que puede producirse en el tercer trimestre del embarazo.

Examen clínico

La detección de petequias, hematomas, mucosas sangrantes y metrorragia en el examen clínico puede ayudar a definir la gravedad de la trombocitopenia y el riesgo de hemorragia.

Las linfoadenopatías o la hepatoesplenomegalia hacen sospechar una enfermedad linfoproliferativa o autoinmune, cáncer o infección.

Las manifestaciones de una hepatopatía crónica son importantes. Aun en ausencia de hiperesplenismo, la enfermedad hepática puede causar trombocitopenia a través de muchos mecanismos, incluyendo la producción alterada de trombopoyetina.

Investigaciones en atención primaria

Ante el hallazgo incidental de trombocitopenia se debe repetir el recuento de plaquetas y realizar un extendido de sangre periférica. La comparación con resultados anteriores puede mostrar modificaciones en el tiempo. El momento del estudio, el grado de trombocitopenia, el contexto clínico y la presencia o ausencia de hemorragia orientarán las futuras investigaciones y la necesidad de la consulta al especialista.

En todos los pacientes es importante hacer un extendido de sangre periférica para confirmar si la trombocitopenia es verdadera o ficticia (agregación plaquetaria por anticuerpo EDTA o por la presencia de plaquetas gigantes que no son contadas por los analizadores automáticos).

Si hay agregación plaquetaria, el hemograma completo será más preciso si se realiza con una muestra citratada.

En la TPI, los eritrocitos y los leucocitos tienen morfología normal mientras que las plaquetas pueden ser grandes pero de aspecto normal.

Otras anormalidades en el extendido de sangre periférica pueden señalar la causa subyacente de la trombocitopenia. Los signos de otras condiciones son: displasia (en la mielodisplasia), células anormales circulantes (como los linfoblastos) y fragmentos de eritrocitos (coagulopatía intravascular diseminada o púrpura trombocitopénica trombótica). Estos hallazgos deben motivar la consulta con el hematólogo para excluir el diagnóstico potencialmente fatal de púrpura trombocitopénica trombótica. Esta enfermedad requiere una plasmaféresis inmediata. Otras manifestaciones clínicas que la caracterizan (síntomas neurológicos, fiebre y disfunción renal) no siempre están presentes.

 ¿Cuándo se debe derivar al paciente?

Los pacientes con trombocitopenia  aislada (<100-150×109/L plaquetas) sin manifestaciones típicas (linfoadenopatías o fiebre) no requieren la consulta especializada, particularmente si el recuento se mantiene estable.

En atención primaria es conveniente hacer hemogramas periódicos de control para confirmar que el recuento de plaquetas no sigue disminuyendo o aparece otra alteración. Por ejemplo, en ciertas ocasiones, la trombocitopenia aislada sin blastos circulantes en sangre periférica es la presentación inicial de la leucemia aguda.

Si otro hemograma realizado 6 semanas después del hemograma de control no muestra modificaciones se puede continuar el seguimiento periódico durante varios meses. Los pacientes tienen que estar advertidos de que deben consultar ante la aparición de síntomas nuevos como hematomas o sangrado.

Las indicaciones de derivación urgente son:

•  La tTrombocitopenia  grave (20×109/L).
•  La hHemorragia grave.
•  Presencia de eritrocitos fragmentados o blastos en el extendido de sangre periférica.

La derivación también está indicada si el paciente tiene síntomas constitucionales, hematomas, hemorragias menores o anormalidades en el examen físico (adenopatías o esplenomegalia) o el extendido de sangre (displasia).

Si el recuento de plaquetas es <100×109/L o si el paciente también tiene anemia, neutropenia u otras alteraciones del hemograma como macrocitocis es conveniente la derivación o la consulta hematológica. Muchas de estas situaciones pueden ser consultadas sin derivar al paciente al hospital para una revisación formal.

En los pacientes >60 años y aquellos con síntomas sistémicos o signos sugestivos de cáncer hematológico, las guías por consenso recomiendan hacer un medulograma (después de la derivación) sobre todo para descartar la displasia.

Evolución de la paciente del caso clínico

Luego de la derivación al hematólogo y un período de observación cuidadosa, el recuento de plaquetas de la paciente descendió más (<30×109/L). Los estudios posteriores confirmaron la presencia de megacariocitos sin anormalidades morfológicas, lo que sustenta el diagnóstico de TPI.

La decisión de comenzar el tratamiento debe contemplar el riesgo de sangrado del paciente versus los efectos colaterales del tratamiento. El riesgo de hemorragia está influenciado no solo por el recuento de plaquetas sino también por la edad y por las comorbilidades como la disfunción hepática y renal.

Un recuento de plaquetas >30×109/L raramente requiere tratamiento si no hay hemorragia, trauma, cirugía o tratamiento anticoagulante indicado.

Si el recuento de plaquetas es <50×109/L, es necesario evitar los agentes antiplaquetarios como la aspirina y los antiinflamatorios no esteroides, siempre que sea posible.

Si se decide hacer tratamiento de la TPI (como en este caso), la primera opción es la administración de inmunosupresores, comenzando comúnmente con corticosteroides.

El ácido tranexámico puede ser útil para el manejo de la hemorragia de las mucosas pero debe evitarse cuando hay hematuria debido al riesgo de retención del coágulo.

Al comienzo, la paciente respondió al tratamiento esteroide pero tuvo varias recaídas al suspender el medicamento.

Las opciones terapéuticas de segunda línea son el rituximab—el cual todavía no ha sido aprobado para la TPI aunque su eficacia ha sido comprobada— y, la esplenectomía laparoscópica, para la remisión a largo plazo.

Otros agentes cuya eficacia ha sido probada en estudios controlados aleatorizados son los agonistas de los receptores de trombopoyetina, el romiplostim o el eltrombopag, aunque su costo es elevado. El romiplostim está aprobado por NICE (National Institute for Health and Clinical Excellence) para los pacientes con síntomas graves y refractarios al tratamiento clásico. 

♦ Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti

Trombocitosis: diagnóstico y tratamiento

 Autor/a: Dres. Landolfi R, Marchioli R, Kutti J, Gisslinger H N Engl J Med. 2004 Jan 8;350(2):114-24

Desarrollo

En general, la trombocitosis se descubre en forma incidental como una anormalidad de laboratorio, al realizar el hemograma por una indicación no relacionada. Sin embargo, al comprobarse la trombocitosis aparece un desafío diagnóstico importante. La trombocitosis suele ser un proceso reactivo (trombocitosis secundaria) o estar ocasionada por un trastorno clonal de la médula ósea (mieloproliferativa); esta última categoría incluye la trombicitemia esencial. Es muy difícil diferenciar ambos tipos de trombocitosis guiándose por los hallazgos clínicos o de laboratorio. Existen diferencias fundamentales entre ellas, en cuanto a su causa, fisiopatología y manifestaciones clínicas. 

Mecanismos de la trombocitosis

La trombopoyetina es la hormona principal en la regulación de la diferenciación y la proliferación de los megacariocitos, aunque en el proceso también pueden intervenir varias citocinas como las interleucinas 6 y 11. Los megacariocitos y su progenie plaquetaria tienen receptores para la trombopoyetina, conocidos como c-Mpl. En el plasma, la trombopoyetina se una al c-Mpl en la superficie de las plaquetas circulantes; la trombopoyetina restante no ligada queda para promover la proliferación de los megacariocitos.

Por lo tanto, cuando el recuento de plaquetas disminuye, los niveles plasmáticos de trombopoyetina libre ascienden para estimular la megacariocitopoyesis; en cambio, cuando el recuento de plaquetas aumenta, los niveles reducidos de trombopoyetina hacen más lenta la megacariocitopoyesis. De este modo, la cantidad total de plaquetas (y de megacariocitos) puede regular la producción de plaquetas y mantenerlas en un estado estable. En algunos casos de trombocitosis reactiva, un estímulo inflamatorio subyacente puede regular hacia arriba la producción de trombopoyetina en el hígado.
 
En la trombocitosis reactiva (secundaria), los niveles plasmáticos de trombopoyetina son elevados o inapropiadamente normales. En casos de inflamación aguda, esta elevación precede al incremento del recuento plaquetario. Los niveles plasmáticos de interleucina 6 también están elevados en la trombocitosis reactiva: esta interleucina, la cual representa un papel importante en la fase aguda de la respuesta inflamatoria y las enfermedades neoplásicas, regula hacia arriba la expresión del RNA mensajero (RNAm) de la trombopoyetina en el hígado. Por lo tanto, la interleucina 6 puede ser un mediador clave de la síntesis aumentada de trombopoyetina y la consecuente trombocitosis reactiva.

Los niveles de trombopoyetina también están elevados o inapropiadamente normales en la trombocitosis clonal, pero en este caso, el mecanismo comprende las anormalidades en la regulación de la captación de la trombopoyetina sintetizada constitutivamente mediada por el receptor c-Mpl. En la trombocitemia esencial, un defecto clonal en la expresión del c-Mpl de las plaquetas y los megacariocitos provoca la alteración en la unión de la trombopoyetina y, en consecuencia, hay niveles mayores que los esperados de trombopoyetina plasmática libre.

Esta situación contrasta con la de otros trastornos mieloproliferativos, en los cuales la proliferación clonal de un linaje hematopoyético provoca, por un mecanismo de retroalimentación fisiológico, la supresión de los factores de crecimiento específicos que normalmente controlan la diferenciación y la proliferación de los linajes hematopoyéticos individuales: por ejemplo, los niveles de eritropoyetina sérica están disminuidos en la policitemia vera, mientras que en la leucemia mieloide crónica, están disminuidos los niveles del factor estimulante de las colonias de granulocitos.

En los trastornos mieloproliferativos, la unión de la trombopoyetina a los megacariocitos está disminuida debido a la disminución de la cantidad y la función de los receptores de la trombopoyetina, pero en la trombocitemia esencial, esos progenitores también están muy hipersensibles a la acción de la hormona. Esto provoca la mayor proliferación de los megacariocitos y de la producción de plaquetas observadas.

Causas mayores de trombocitosis

Trombocitosis reactiva (secundaria)

En general, la causa más común de trombocitosis en la población médica general es un proceso reactivo o secundario. El grado de elevación del recuento plaquetario no permite diferenciar claramente la trombocitosis reactiva de la clonal. En una serie de 732 pacientes clínicos y quirúrgicos con recuento de plaquetas de 500.000/mm3 o más, 643 (88%) tenían una trombocitosis reactiva; las causas subyacentes más frecuentes fueron el daño tisular por cirugía mayor, infección, cáncer e inflamación crónica. Del mismo modo, en una serie de 280 pacientes hospitalizados consecutivos con recuentos plaquetarios de 1 millón/mm3 o más, 231 (82) tenían trombocitosis reactiva, 11 (4%) trombocitosis de causa desconocida y solo 38 (14%) presentaban un trastorno mieloproliferativo.

La trombocitosis reactiva deriva de la elevación de los niveles endógenos de trombopoyetina, interleucina 6, otras citocinas o, las catecolaminas que pueden estar producidas por procesos inflamatorios, infecciosos o neoplásicos o, también, en situaciones de estrés.

En la mayoría de los pacientes aparecen síntomas clínicamente significativos de una enfermedad sistémica activa subyacente. Sin embargo, en otros, la trombocitosis secundaria puede estar causada por trastornos subclínicos como el cáncer oculto. Este último grupo de pacientes es el que presenta el problema diagnóstico más difícil para el clínico. Antes de hacer el diagnóstico de trombocitosis clonal (mieloproliferativa), cuyo diagnóstico casi siempre es por exclusión y tiene consecuencias terapéuticas diferentes, el clínico debe confirmar que el recuento plaquetario elevado no se debe a una enfermedad subyacente oculta pero potencialmente tratable.

Trombocitosis familiar

Los casos raros de trombocitosis familiar fueron inicialmente descritos como un trastorno autosómico dominante en el cual las mutaciones con actividad funcional del gen de la trombopoyetina provocan la hiperproducción de trombopoyetina y una elevación notable de sus niveles plasmáticos. Estas formas de trombocitosis familiar son un ejemplo del mecanismo genético de la enfermedad descrito recientemente, el que se caracteriza por la pérdida de la inhibición traslacional, provocando una mayor eficacia de la traslación del mRNA. Sin embargo, en la actualidad también se reconocen otros modos de herencia, en los cuales los niveles de trombopoyetina son normales, de manera que, desde el punto de vista genétic,o la trombocitosis familiar es un trastorno heterogéneo. Además, dado que estos pacientes pueden tener complicaciones trombóticas y vasculares, es posible que algunos casos de trombocitemia esencial esporádica sean formas familiares.

Trombocitosis clonal

La trombocitemia esencial es uno de los trastornos mieloproliferativos crónicos, un grupo de trastornos relacionados con la policitemia vera, la leucemia mielógena crónica y, la metaplasia mieloide con o sin mielofibrosis. La trombocitosis no se produce exclusivamente en la trombocitemia esencial, sino que también puede ocurrir en otros trastornos mieloproliferativos, en particular la policitemia vera. Por otra parte, algunos casos de trombocitemia esencial en realidad representan una entidad de reciente identificación que es la mielofibrosis prefibrótica, la cual evoluciona hacia la mielofibrosis manifiesta. La trombocitosis también puede asociarse con el sindrome mielodisplásico 5q, caracterizado por la deleción del brazo largo del cromosoma 5 y es uno de los sindromes denominados mielodisplásico y mieloproliferativo mixtos. El recuento de plaquetas elevado en la trombocitemia esencial y otros trastornos mieloproliferativos está provocado por la trombocitosis clonal

Clonalidad

La clonalidad de estos trastornos ha sido demostrada utilizando marcadores polimórficos ligados a X en  pacientes mujeres. Estudios recientes demostraron que la trombocitemia esencial no siempre es clonal. Estos hallazgos destacan la posibilidad de que la enfermedad no clonal pueda evolucionar hacia la enfermedad clonal, que la clonalidad está restringida en algunos pacientes al linaje megacariocítico o, que la trombocitemia esencial es un trastorno heterogéneo. Debido a la dificultad en la interpretación de los ensayos de clonalidad, estas pruebas no tienen aplicación clínica con fines diagnósticos.

Complicaciones clínicas

La trombocitemia esencial sigue siendo un diagnóstico de exclusión de las causas secundarias (reactivas) de trombocitosis. Las complicaciones hemorrágicas y trombóticas son las principales causas de enfermedad y muerte en los pacientes con trombocitemia esencial y otros trastornos mieloproliferativos, en particular en los pacientes ancianos con factores de riesgo asociados. Estos problemas hemostáticos no ocurren en la trombocitosis secundaria, independientemente del grado en que esté  elevado el recuento de las plaquetas, a menos que un trastorno sistémico subyacente predisponga al paciente.
Se cree que su ausencia en la trombocitosis secundaria se deba al hecho de que la interacción de las plaquetas con la pared vascular sigue siendo cualitativamente normal. En la trombocitosis clonal, las complicaciones hemorrágicas tienden a ser del "tipo plaquetario," en forma de hemorragia espontánea en sitios superficiales (la piel o las membranas mucosas de los tractos gastrointestinal, respiratorio o genitourinario). Los pacientes con trombocitosis esencial que tienen trombocitosis extrema (1.5 millones/mm3) tienen mayor riesgo de sangrado, por su consumo de aspirina u otros fármacos antiplaquetarios.

En una serie de 187 pacientes consecutivos con trombocitosis esencial seguidos en una sola institución, el 50% tuvo al menos un episodio trombótico dentro de los 9 años que siguieron al diagnóstico. La isquemia microvascular de los dedos es característica de la trombocitosis esencial. Puede asociarse con el sindrome de eritromelalgia, caracterizado por dolor urente o ardor distribuidos en áreas de las manos y los pies, en particular la superficie plantar. Los signos físicos pueden estar ausentes o incluir calor, y eritema de coloración oscura y moteado en las áreas involucradas. Debido a que la oclusión por plaquetas se caracteriza por comprometer solo a la microvasculatura, los pulsos periféricos pueden permanecer palpables. En la trombocitosis esencial, la isquemia digital no tratada puede provocar la gangrena.

En la trombocitosis clonal, las complicaciones neurológicas pueden estar ocasionadas por la isquemia cerebrovascular mediada por las plaquetas. Esto ocurre en el 25% de los pacientes con trombocitosis esencial y pueden manifestarse por síntomas inespecíficos, como la cefalea o los mareos crónicos, o con signos neurológicos focales. La trombosis arterial o venosa de los vasos grandes también puede complicar el curso de la trombocitosis clonal. La trombosis de las venas profundas y el embolismo pulmonar son las formas más comunes de trombosis venosa por trombocitosis clonal. Sin embargo, las complicaciones trombóticas intraabdominales, como la trombosis de la vena hepática (sindrome de Budd-Chiari) y la trombosis de la vena porta, son características de los trastornos mieloproliferativos. El aborto espontáneo recurrente y el retardo del crecimiento fetal afectan a cerca del 50% de los embarazos en las mujeres con trombocitemia esencial. Estas complicaciones se caracterizan por infartos placentarios múltiples causados por la trombosis plaquetaria.

Aunque el grado de elevación del recuento plaquetario no se correlaciona con el riesgo de trombosis, su control mediante la citorreducción disminuye la frecuencia de trombosis en algunos pacientes. Las anormalidades cualitativas de las plaquetas y los leucocitos o la disfunción endotelial también pueden contribuir con las complicaciones hemostáticas de los trastornos mieloproliferativos. Otros factores de riesgo de complicaciones trombóticas en pacientes con trombocitemia esencial son la edad avanzada, el antecedente de trombosis, la hipercolesterolemia y, el tabaquismo.

Historia natural

Aunque el análisis precoz de la supervivencia actuarial entre los pacientes con trombocitemia esencial no puso de manifiesto una disminución significativa de su expectativa de vida, un estudio poblacional más reciente, el Olmsted County Study, demostró que la supervivencia entre los pacientes con trombocitemia esencial fue significativmanete peor que entre los controles sanos comparables por edad y sexo. Las complicaciones trombóticas y vasculares son las causas principales de muerte en los pacientes con trombocitemia esencial; sin embargo, en algunos pacientes (que no han recibido recientemente tratamiento leucemogénico) la enfermedad termina por convertirse en una leucemia aguda o una mielodisplasia o, puede evolucionar hacia la mielofibrosis.

Diagnóstico diferencial

No existen hasta el momento hallazgos diagnósticos que permitan distinguir la trombocitosis secundaria de la clonal. Como expresaron antes lo autores, los pacientes con trombocitosis secundaria sufren una enfermedad sistémica responsable del aumento de las plaquetas. A diferencia de los pacientes con trombocitosis secundaria, los pacientes con trombocitosis clonal tienen complicaciones trombóticas, vasculares y hemorrágicas. El 40% de los pacientes con trombocitemia esencial tienen esplenomegalia pero también puede ocurrir en algunos pacientes con trombocitosis secundaria.
 
Las pruebas de laboratorio tampoco permiten la diferenciación. En la trombocitosis clonal, y no así en la trombocitosis secundaria, en el frotis de sangre periférica suelen encontrarse plaquetas gigantes. En la trombocitosis clonal también existen anormalidades variadas de la función plaquetaria, pero no en la trombocitosis secundaria. Estas anormalidades pueden incluir el sindrome de von Willebrand adquirido y la ausencia de agregación plaquetaria inducida por la epinefrina. El frotis y la biopsia de la médula ósea muestran el aumento de los megacariocitos en ambas formas de trombocitosis, pero existen algunas diferencias leves en su morfología. En la trombocitosis secundaria, los megacariocitos tienen aspecto normal, mientras que en la trombocitosis clonal pueden ser gigantes y displásicos, con poliploidia, y pueden asociarse con grandes masas de detritos plaquetarios. Por lo tanto, el examen de la médula ósea es un examen útil en la trombocitosis clonal, aunque no sea diagnóstico.

Ninguna de las formas de la trombocitosis tiene anormalidades citogenéticas diagnósticas. Sin embargo, algunos pacientes con trombocitemia esencial tienen el cromosoma Filadelfia o el reordenamiento BCR-ABL, aun en ausencia de leucocitosis u otras manifestaciones de la leucemia mieloide crónica. Aunque las consecuencias clínicas de estos hallazgos no están del todo esclarecidas, algunos de estos pacientes con trombocitemia esencial (con trombocitosis aislada) en realidad, tienen una variante de la leucemia mieloide crónica. Aunque estas pruebas no son aplicables en la clínica, el desarrollo continuado de ensayos de clonalidad y pruebas de expresión del c-Mpl en los megacariocitos y las plaquetas prometen ser herramientas diagnósticas que permitan diferenciar la trombocitosis secundaria de la clonal.

Consideraciones terapéuticas

En los pacientes con trombocitosis secundaria no es necesario el tratamiento para disminuir las plaquetas o la administración de agentes antiplaquetarios, porque su anormalidad plaquetaria no los pone en riesgo de eventos hemostáticos o vasculares. Sin embargo, es muy importante identificar la causa de su trombocitosis secundaria, aun cuando no tenga manifestaciones clínicas, para que el tratamiento esté dirigido a la enfermedad subyacente. Una eritrosedimentación y un nivel de proteína C reactiva normales pueden descartar un proceso inflamatorio. La investigación de un cáncer oculto debe incluir el examen físico, la búsqueda de sangre oculta en la materia fecal, una radiografía de tórax y otras pruebas indicadas por los síntomas y los signos, localizados y sistémicos.

Por el contrario, en la trombocitosis clonal puede ser necesario disminuir el número de plaquetas. En la actualidad, todavía no se cuenta con estudios que evalúen la eficacia profiláctica de esta medida en los pacientes con trombocitemia esencial, asintomáticos y con riesgo bajo, independientemente del grado de trombocitosis. Si los pacientes tienen antecedentes de trombosis o sangrado, factores de riesgo cardiovascular o más de 60 años, el riesgo de cuadros trombóticos y vasculares es elevado. Un estudio prospectivo, aleatorizado y controlado demostró que el tratamiento citorreductor de las plaquetas con hidroxiurea ofrece beneficios a los pacientes de alto riesgo con trombocitemia esencial y un aumento en la tasa de supervivencia libre de trombosis. Los pacientes con trombocitemia esencial con isquemia cerebrovascular o digital activa deben recibir cuanto antes tratamiento con agentes citorreductores de las plaquetas. La plaquetaféresis se reserva para los pacientes complicados con un accidente cerebrovascular agudo o una isquemia digital aguda, consiguiendo una rápida mejoría.

Excepto en algunos ancianos que no toleran otros fármacos, los agentes alquilantes no se usan más para reducir las plaquetas porque pueden causar leucemia aguda. Hasta hace poco, un agente alquilante, la hidroxiurea, era el reductor del número de plaquetas de elección por su uso sencillo. Sin embargo, se le atribuyen efectos leucemogénicos, sobre todo con su uso prolongado, combinada con otros fármacos o, en pacientes con trombocitemia esencial con deleción del brazo corto del cromosoma 17.

En este momento, el tratamiento de la trombocitosis clonal se hace con anagrelida, un derivado de la quinazolina de administración oral que inhibe la proliferación y la diferenciación de los megacariocitos, siendo la opción de primera línea para el tratamiento reductor del número de plaquetas. No tiene potencial leucémico y por lo tanto es útil en los pacientes jóvenes con trombocitemia esencial que requieren un control plaquetario a largo plazo. La dosis inicial es 2 mg/día (divididos en 2 a 3 dosis) y puede aumentarse a razón de 0,5 mg/día, cada 7 días, hasta conseguir el recuento de plaquetas esperado; dosis máxima, 10 mg/día. Casi el 30% de los pacientes no tolera la anagrelida por sus propiedades vasodilatadora e inotrópica positiva; sus efectos colaterales son la retención de líquido, las palpitaciones y las arritmias, la insuficiencia cardíaca y, las cefaleas, debiendo tener un cuidado especial en los ancianos o cardiópatas. Dichos efectos disminuyen con el tiempo pero muchos pacientes desarrollan anemia.

El interferón alfa es un agente efectivo no mutagénicos que reduce el número de plaquetas pero está limitado por sus efectos colaterales graves que lo hacen intolerable para el 20% de los pacientes. En las mujeres en edad fértil, es de elección, dado que la hidroxiurea es teratogénico y la angrelida atraviesa la placenta. En ciertas mujeres jóvenes con trombocitosis clonal puede aplicarse el trasplante de células madre hematopoyéticas en estado avanzado o con complicaciones.

La aspirina puede ser muy efectiva en la trombocitemia esencial con complicaciones trombóticas recurrentes, en particular cuando existe isquemia digital o cerebrovascular, combinada con el tratamiento reductor de plaquetas. Sin embargo, debe ser usada con precaución en otros pacientes con trombocitosis clonal porque puede causar hemorragia. Se ha comprobado que 100 mg de aspirina diarios son efectivos para prevenir las complicaciones trombóticas de la policitemia vera sin aumentar el riesgo de hemorragia. Con respecto a un agente antiplaquetario nuevo, el clopidogrel, los datos de su aplicación en la trombocitosis clonal son escasos.

Eosinofilia

 Autor/a: Fei Li Kuang Med Clin N Am 104 (2020) 114.

Introducción

Los médicos pueden hallar eosinofilia en la sangre o los tejidos, en un hemograma completo que tenga un recuento diferencial de los leucocitos o en una patología tisular.

En este artículo se hace una revisión de la biología de los eosinófilos y las definiciones de eosinofilia en sangre. También se discuten las dificultades para definir la eosinofilia tisular como así las condiciones asociadas con eosinofilia y se analiza un enfoque general para su evaluación.

Los desafíos futuros incluyen determinar qué enfermedades asociadas a los eosinófilos podrían beneficiarse de la terapia dirigida a los eosinófilos, y la identificación de biomarcadores para la actividad de la enfermedad y el diagnóstico.

Biología de los eosinófilos

Los eosinófilos son células mieloides, es decir, son células que surgen de la médula ósea y se liberan ya maduros, circulan en la periferia y se convierten en células residentes en los tejidos. El desarrollo de los eosinófilos depende de varias citocinas, incluida las interleucina (IL) IL-5, IL-3 y el factor estimulante de las  colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF, por sus siglas en inglés).

La IL-5 también es fundamental para la activación y supervivencia de los eosinófilos. Aunque éstos se encuentran en la circulación, se cree que son principalmente células que habitan en los tejidos, donde son 100 veces más abundantes. En la sangre, los eosinófilos tienen una vida media de 8-18 horas después de salir de la médula ósea. No está claro cuánto tiempo viven en diferentes tejidos y es posible que su supervivencia pueda extenderse/mantenerse debido a factores exógenos como la IL-5.

Gránulos de los eosinófilos

Las micrografías electrónicas revelan que los eosinófilos contienen múltiples tipos de gránulos: primarios, secundarios (específicos de los eosinófilos), pequeños y microgránulos (vesículas secretoras).

Los gránulos primarios son redondos y uniformemente densos, y están compuestos de proteína de cristal de Charcot-Leyden (galectina-10), que forma los bien conocidos cristales de Charcot-Leyden asociados con el esputo de pacientes con asma, descrita años antes del descubrimiento de los eosinófilos. A pesar de esta conocida asociación, ahora se aprecia que estos cristales no son patognomónicos del asma, y que pueden formarse en cualquier lugar en el que haya un exceso de recambio de eosinófilos.

Los gránulos secundarios o específicos de los eosinófilos tienen un núcleo denso en electrones y están rodeados por una matriz electrolúcida. Estos gránulos se componen de 4 proteínas: proteína básica mayor, integrada en la parte central; la peroxidasa de eosinófilos; la neurotoxina derivada de los eosinófilos y la proteína catiónica de eosinófilos. Dentro de los gránulos específicos de los eosinófilos también se encuentran varias quimiocinas preformadas, factores de crecimiento y citocinas, como IL-4, IL-2, GM-CSF, IL-5, IL-13, CCL5/regulado en la activación, linfocitos T normales expresados y secretados y eotaxina.

Los gránulos pequeños contienen fosfatasa ácida y arilsulfatasa. Por otra parte, las vesículas secretoras, también conocidas como microgránulos, tienen forma de mancuerna y contienen varios receptores, moléculas de adhesión y albúmina.

Los eosinófilos también contienen cuerpos lipídicos que se diferencian de los gránulos porque están rodeados por una monocapa de fosfolípidos. Los cuerpos lipídicos son los sitios de síntesis del leucotrieno y su formación es inducida en diversas condiciones inflamatorias experimentales así como en respuesta a diferentes estímulos.

Los eosinófilos usan una variedad de procesos de desgranulación para liberar selectiva o completamente su contenido celular. Estos procesos incluyen la exocitosis clásica (gránulos individuales que se fusionan con la membrana plasmática y descargan su carga); la exocitosis compuesta (varios gránulos se fusionan entre sí y con la membrana plasmática) y, poco a poco, se va produciendo la desgranulación (pequeños componentes de los gránulos se desprenden y se fusionan con la membrana plasmática) y finalmente, produciéndose la citólisis de los eosinófilos. La forma en que se regulan estos procesos aún se está investigando.

Por otra parte, los eosinófilos también liberan redes o trampas de ADN con contenido intacto de gránulos libres, siendo ésta una vía regulada de muerte clular en una trampa extracelular mediada por los eosinófilos, conocida como ETosis. Recientemente, la ETosis se asoció directamente con la formación de cristales de Charcot-Leyden.

Función de los eosinófilos

Se cree que los eosinófilos son células efectoras en la defensa del cuerpo contra las infecciones parasitarias, aunque su mecanismo de acción puede diferir dependiendo del parásito. Un mecanismo de acción propuesto es la liberación de proteínas granulares de los eosinófilos tóxicos a través de la ETosis. Otros mecanismos incluyen la muerte celular citotóxica dependiente de anticuerpos, que en la esquistosomiasis está realizada tanto por los eosinófilos como por los neutrófilos.

Los eosinófilos podrían usan mecanismos similares para causar daño tisular e inflamación en los eosinófilos asociados a enfermedades.

Sin embargo, los ratones con deficiencia de eosinófilos pueden eliminar algunas infecciones parasitarias, lo que sugiere que, al menos, hay redundancia en las defensas antiparasitarias del cuerpo.

Más recientemente, a los eosinófilos se les han atribuido funciones en el mantenimiento de las células plasmáticas de la médula ósea, en las respuestas de recuperación de las vacunas y en la modulación de una variedad de respuestas mediadas por las células T, así como funciones en la reparación de los tejidos, el metabolismo de la glucosa y las grasas y, tal vez, la vigilancia de los tumores. Muchos de estos estudios se han hecho en modelos animales y la extensión a los seres humanos aún no se ha llevado a cabo. Estudios murinos también sugieren que los eosinófilos pueden ser divididos en subconjuntos inflamatorios u homeostáticos y no está claro si estos existen en los seres humanos.

Los autores dan gran importancia al papel que representan los eosinófilos en la patogénesis de la enfermedad alérgica. Están físicamente presentes en las vías respiratorias de los pacientes con asma eosinofílica, dentro de los pólipos de aquellos con rinosinusitis crónica con pólipos, y en el tracto gastrointestinal (GI) de aquellos con enfermedad GI eosinofílica (EGIE). También pueden estar presentes en la piel de pacientes con erupciones cutáneas relacionadas con medicamentos.

Definiciones de eosinofilia

Eosinofilia en sangre

En general, el grado de eosinofilia se define por el recuento absoluto de eosinófilos (número de eosinófilos circulantes en sangre periférica). El recuento absoluto de eosinófilos se puede determinar multiplicando el recuento total de glóbulos blancos por el porcentaje de eosinófilos. Su rango normal en sangre es de 0 a 500 células/mm3 y el porcentaje típico es <5% del recuento de leucocitos. Sin embargo, la presencia de eosinofilia no se puede determinar solo por el porcentaje porque la leucopenia conduce a un aumento relativo en el porcentaje de eosinófilos, y viceversa.

Los seres humanos muestran variación diurna en varios parámetros hematológicos, incluidos los recuentos de eosinófilos en sangre.

Un estudio reciente mostró una mediana variabilidad dentro del sujeto de 40 células/mm3, o 20%, con un pico ocurrido a la 1 AM, pero en aquellos con recuentos de eosinófilos dentro del rango normal, el máximo se produjo al mediodía. El cambio del recuento de eosinófilos dentro del mismo sujeto en 24 horas, en aquellos con eosinofilia se desconoce.

La eosinofilia se define como >500 eosinófilos/mm3. El grado de eosinofilia puede clasificarse como leve (500–1500 células/mm3), moderado (1500–5000 células/mm3), o grave (>5000 células/mm3). La hipereosinofilia se define como eosinofilia moderada a grave (≥1500 células/mm3). Para cumplir con la definición del SHE se requiere evidencia de daño de órgano blanco producido por la hipereosinofilia.

Comúnmente se cree que el grado de eosinofilia en la sangre se correlaciona con la gravedad de la enfermedad, pero no hay evidencia para apoyar esto. El daño de órganos terminales puede ocurrir con niveles moderados de eosinofilia. Un estudio reciente describe un grupo raro de personas con hipereosinofilia asintomática y sin evidencia de daño en el órgano diana a pesar de una evaluación exhaustiva y regular.

Algunos medicamentos (por ej., corticosteroides) y condiciones médicas transitorias (infección bacteriana) también pueden enmascarar un mayor grado de eosinofilia al suprimir temporalmente el recuento de eosinófilos absoluto. Por lo tanto, son importantes la evaluación clínica y el contexto.

Eosinofilia Tisular

En condiciones homeostáticas, la mayoría de los eosinófilos residen en los tejidos, mayormente en el tracto GI excepto el esófago. También se encuentran en el timo, glándulas mamarias y útero.

La residencia tisular está regulada por la expresión de células reclutadoras de eosinófilos en los tejidos, como la eotaxina 1. En condiciones patológicas, los eosinófilos son reclutados fen otros sitios anatómicos, incluidos el pulmón, la piel y el esófago, y pueden aumentar más en sitios que normalmente ya contienen eosinófilos, como el estómago. Sin embargo, los umbrales para lo que se considera un aumento patológico no están bien definidos.

La experiencia con la eosinofilia esofágica muestra cómo eso podría cambiar. En 2007, para fines de investigación y atención clínica, se estableció un estándar de consenso multidisciplinario de médicos interesados en la esofagitis eosinofílica. En el contexto clínico y con los síntomas adecuados, a falta de respuesta a un ensayo de dosis elevada de inhibidores de la bomba de protones (IBP) (para tratar la enfermedad por reflujo gástrico), el tejido que muestra un recuento máximo de eosinófilos de 15 o más eosinófilos/campo de alta potencia, se acordó como el estándar mínimo para el diagnóstico de esofagitis eosinofílica. Este estándar estuvo a menudo acompañado por otras características histológicas, tales como la hiperplasia de la zona basal, el aspecto desgranulado de los eosinófilos y la presencia de microabscesos eosinófilos. Estudios posteriores revelaron una entidad descrita como sensible a los IBP.

La eosinofilia esofágica y estudios transcriptómicos sugieren que esta entidad se parece más a la esofagitis eosinofílica que a la enfermedad por reflujo gástrico. Por lo tanto, la mayoría de las guías actuales sugieren que no es necesario un ensayo con dosis elevadas de los IBP para establecer un diagnóstico de esofagitis eosinofílica si está presente el contexto clínico correcto. Podría considerarse a los IBP como un tratamiento inicial de la esofagitis eosinofílica, aunque todavía no se sabe si los pacientes con eosinofilia esofágica que responden a los IBP mantienen la capacidad de respuesta a este tratamiento. Más allá del esófago, los eosinófilos normalmente se encuentran en el tracto GI y, por lo tanto, pueden representar un papel en el mantenimiento de la homeostasis.

Hay pocos estudios que describen los niveles de eosinófilos en el tejido GI normal. Debrosse y col. realizaron un estudio en niños de un hospital pediátrico que fueron sometidos a endoscopia con biopsias y que finalmente resultaron ser normales. Como umbral para la eosinofilia tisular se propuso usar 2 veces el recuento máximo de eosinófilos en cada segmento GI. Este método da como resultado diferentes segmentos del intestino grueso con diferentes cortes, siendo el colon ascendente el que tiene el umbral más elevado para el diagnóstico.

En la actualidad, se acepta la existencia de eosinofilia gástrica si hay 30 eosinófilos/campo de gran aumento en al menos 5 campos de alta potencia, con fines de historia clínica e inscripción natural en el estudio, con un umbral similar para el intestino delgado. Se necesitan más estudios para determinar si solo el número de eosinófilos define la enfermedad en cada segmento del tracto GI , y hasta qué umbral.

Interpretación de la eosinofilia

El contexto clínico es importante. ¿El valor anormal es nuevo? ¿Es persistente? ¿Cuáles son los síntomas clínicos y los medicamentos concomitantes asociado con la anormalidad de laboratorio?, y ¿Cómo cambia eso a lo largo del tiempo y/o el tratamiento? Por lo tanto, una historia completa y un examen físico detallados son fundamentales en este entorno.

La eosinofilia leve en un paciente que toma dosis elevadas de corticosteroides mientras está febril se interpretaría de manera diferente a un paciente sin síntomas pero con una eosinofilia moderada. Por otra parte, si los eosinófilos son patógenos y causantes de enfermedades o si son parte del medio celular que se reclutan en el sitio de la enfermedad sigue siendo una pregunta abierta.

Condiciones asociadas con eosinofilia

La eosinofilia está asociada con varias condiciones médicas, incluyendo enfermedades alérgicas y condiciones específicas,  desde las más comunes como la reacción a un medicamento, hasta enfermedades eosinofílicas raras, como los SHE.

Infecciones

La eosinofilia se asocia clásicamente con enfermedades parasitarias (por ej., helmintiasis). Un enfoque es considerar las características del paciente, viajes previos e historial de exposición, con lo que se obtiene una guía para la evaluación. Si se sospecha que un paciente tiene una infección parasitaria, puede estar justificada su derivación a un infectólogo. La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) puede estar asociada con eosinofilia, aunque existen factores de confusión, como el uso de medicamentos o la concomitancia de infecciones oportunistas o parasitarias.

En un estudio de casos y controles, alrededor del 10% de los pacientes con VIH no tratados previamente tenían eosinofilia en sangre y una carga viral de ARN del VIH ligeramente más elevada, sin diferencias en edad, sexo, raza o recuento basal de CD4, en comparación con un grupo de pacientes control con VIH y sin eosinofilia en sangre ni tratamiento previo.

En ese estudio, la presencia de erupción, incluyendo la foliculitis eosinofílica (aunque no exclusivo de ella) fue más probable en pacientes con eosinofilia en sangre (46% en el grupo casos vs 25% en el grupo control). Las infecciones tuberculosas y micobacterianas no tuberculosas se asocian con eosinofilia. Cabe destacar que las infecciones bacterianas se asocian con eosinopenia.

El tratamiento está dirigido a la infección subyacente. La resolución de la infección suele asociarse con una disminución o resolución de la eosinofilia, aunque esto puede no ocurrir inmediatamente. Por ejemplo, después de una dosis única de dietilcarbamazina o del tratamiento con ivermectina se puede observar infección por loa loa, eosinofilia asociada al postratamiento, pudiendo tardar días o semanas en resolverse.

En un estudio de infección por Strongyloides stercoralis en zonas rurales de India, la eosinofilia disminuyó 6 meses después del tratamiento y, en algunos casos, no se resolvió. En raras ocasiones puede ocurrir el SHE como resultado de infecciones parasitarias activas mientras que el tratamiento en esos casos todavía está dirigido a la causa infecciosa subyacente.

Medicamentos

Los medicamentos son la causa más común de eosinofilia persistente en los países desarrollados, pero el hallazgo de laboratorio no es ni sensible ni específico de una reacción a un fármaco. En un estudio de reacciones farmacológicas cutáneas agudas en pacientes hospitalizados (n = 55), la eosinofilia en sangre (definida como >700 células/mm3) se observó solo en el 18%, y se observaron eosinófilos tisulares en el 24% de los casos.

Por otra parte, solo la mitad de aquellos con eosinófilos tisulares comprobados por biopsia (12% de los casos) tenían eosinofilia concurrente en sangre. Por lo tanto, la falta de eosinofilia en la sangre o de eosinófilos detectados en la biopsia de tejido no debe ser usada para descartar alergia o reacción eosinofílica a fármacos.

Por otra parte, hay muchas reacciones alérgicas a medicamentos que no se cree que estén mediadas por eosinófilos o asociadas a ellos, incluidos la hipersensibilidad tipo 1 mediada por inmunoglobulina (Ig) E, la hipersensibilidad retardada (dermatitis de contacto), la enfermedad del suero y la necrólisis epidérmica tóxica/síndrome de Stevens- Johnson.

Las reacciones a los medicamentos asociadas a la eosinofilia pueden variar desde la eosinofilia benigna y transitoria con o sin erupción cutánea hasta una afectación más grave de los órganos internos como en la reacción a fármacos con eosinofilia y síntomas sistémicos (ESS).

En un estudio prospectivo de un solo centro para investigar las reacciones eosinofílicas a medicamentos en pacientes hospitalizados, la incidencia de reacciones farmacológicas asociadas a eosinófilos fue de 16,67/10.000 admisiones, siendo el 56% asintomáticos, el 13% con reacciones tisulares en la piel y tejidos blandos, el 7% con afectación visceral y 23% con una presentación clínica consistente con el ESS.

El cuadro ESS es una enfermedad potencialmente mortal.

Se presenta de forma tardía (semanas) después del inicio del fármaco, con síntomas que incluyen fiebre (90 a 100%), a menudo elevada, junto con una erupción morbiliforme. También puede haber hinchazón facial en la fase temprana. Estos síntomas pueden ir seguidos o acompañados por afectación visceral. Las 2 más comunes son la afectación hepática y la linfadenopatía, pero puede incluir miocarditis, colitis, neumonitis y trastornos del sistema nervioso central.

Los medicamentos comúnmente asociados con este síndrome son: alopurinol, sulfasalazina, antibióticos (ß lactámicos, minociclina, dapsona, sulfametoxazol, vancomicina), anticonvulsivos (lamotrigina, ácido valproico, carbamazepina, fenobarbital, fenitoína), agentes antirretrovirales (abacavir, nevirapina, raltegravir, efavirenz) y, ranelato de estroncio.

Se cree que la causa de la enfermedad es una combinación de células T CD81 activadas dirigidas contra el fármaco y los virus. Los hallazgos de laboratorio incluyen eosinofilia, cambios en el entorno de las citocinas T colaboradoras y reactivación viralꟷcomo ha sido detectado por la reacción en cadena de la polimerasa del virus del herpes humano (VHH) 6.

Recientemente se ha comenzado a analizar los factores asociados con fármacos o causas específicas. Los ejemplos incluyen la correlación del aumento del factor tímico sérico y la activación regulada por quimiocinas (TARC)/niveles de CCL17 en pacientes con ESS con reactivación del VHH6, y diferencias clínicas y de laboratorio entre aquellos con ESS provocado por lamotrigina vs. otros fármacos. Aunque hubo estudios que aislaron células T en sangre y piel para fármacos específicos de pacientes con ESS, actualmente no hay pruebas para determinar qué fármaco es el responsable.

El diagnóstico de ESS puede ser difícil debido a un cuadro clínico incompleto o a una presentación atípica, lo que llevó al desarrollo de sistemas de puntaje para el diagnóstico, con el fin de simplificar el enfoque. Un ejemplo es el puntaje RegiSCAR. El tratamiento de los casos leves de ESS incluye la suspensión del fármaco y medidas de apoyo. Las manifestaciones cutáneas se pueden tratar con corticoides tópicos. En los pacientes con afectación visceral, a menudo se utilizan dosis elevadas de corticosteroides. La recuperación completa después de la abstinencia del fármaco puede llevar semanas o meses.

Estudios retrospectivos previos reportan una mortalidad del 5-10%, mientras que un estudio prospectivo reciente informó 2 muertes entre 117 participantes, (1,7%) durante la fase aguda. Si bien cualquier medicamento puede provocar una reacción, se han reconocido que son más conocidos por causar reacciones específicas, como las descritas anteriormente para la ESS. En algunos casos, estas reacciones están ocasionadas por una susceptibilidad genética. Por ejemplo, las reacciones adversas cutáneas graves en respuesta al abacavir, alopurinol, carbamazepina y la nevirapina tienen más probabilidades de ocurrir en personas con alelos del antígeno leucocitario humano específico. (HLA).

Actualmente se recomienda la prueba de los alelos del HLA antes de iniciar la carbamazepina y abacavir. También es importante preguntarle al paciente sobre el uso de suplementos y medicamentos de venta libre.

El síndrome de mialgia eosinófila fue descrito después de la exposición a un contaminante en el suplemento L-triptófano a fines de la década de 1980, provocando engrosamiento de l piel, mialgias y otros compromisos orgánicos. Por otra parte, también se producen reacciones alérgicas a medicamentos que no están asociadas con eosinofilia ni mediadas por eosinófilos, como el síndrome de Stevens- Johnson.

Malignidad

Una neoplasia oculta puede estar asociada con eosinofilia en sangre. En los pacientes con eosinofilia persistente de reciente aparición sin una causa clara y edad apropiada, se justifica evaluar la presencia de malignidad. La historia clínica y el examen físico completos pueden revelar síntomas y signos, como fiebre, escalofríos, pérdida de peso, linfadenopatía o esplenomegalia, para dirigir la evaluación específica.

La evaluación bioquímica podría revelar alteraciones en otros parámetros hematológicos (por ej., citopenias, células de aspecto displásico en el frotis). En estos casos se debe buscar una causa hematológica de la eosinofilia con derivación al especialista. Diversas formas de mastocitosis también se asocian con eosinofilia significativa pero, en esos casos, el tratamiento se adapta a la mastocitosis. Por otra parte, después de extirpar o tratar el tumor maligno, generalmente la eosinofilia se resuelve. En los trasplantes de células madre para el tratamiento de la malignidad, a veces puede observarse eosinofilia postrasplante como parte de injerto vs. enfermedad del huésped.

Trastornos autoinmunitarios/desregulación inmunitaria

Varios trastornos autoinmunes se asocian con eosinofilia en sangre leve a moderada. En algunos casos, los eosinófilos también se hallan en el sitio de la enfermedad, como en la granulomatosis eosinofílica con poliangeítis (GEPA, antes conocida como Churg-Strauss). No está claro si los eosinófilos causan daño directo; si están intentando resolver la inflamación o son espectadores inocentes. En general, los tratamientos de las enfermedades autoinmunes con o sin eosinofilia en sangre son los mismos.

Un ensayo reciente de fase 3 de la terapia anti-IL-5 para tratar la GEPA sugiere que los propios eosinófilos juegan algún papel patogénico, porque hubo una disminución significativa en los brotes de la enfermedad en los pacientes tratados, a pesar de la reducción gradual de la terapia concomitante con corticosteroides, que apuntaría más allá de los eosinófilos. Actualmente, la terapia anti-IL-5 se considera aprobada para la GEPA. Todavía queda por establecer si la terapia dirigida a los eosinófilos sería útil en otras enfermedades autoinmunes.

Enfermedades con eosinofilia sanguínea asociada

Las inmunodeficiencias primarias (IDP) se asocian con eosinofilia y, con menor frecuencia, esta asociación puede ser más evidente en la edad adulta, con una presentación clínica consistente en una variedad de trastornos autoinmunes. Una explicación para la correlación es que oligoclonal/repertorios de linfocitos restringidos, como los que se observan en varias IDP conducen a eosinofilia y esto fue demostrado experimentalmente en un modelo murino. Una vez más, el tratamiento definitivo es el dirigido a la IDP subyacente.

Trastornos atópicos

La eosinofilia leve a moderada puede estar asociada con una amplia variedad de trastornos atópicos, incluyendo dermatitis atópica, rinitis alérgica y asma. La enfermedad gastrointestinal eosinofílica (EGIE) como la esofagitis eosinofílica se diagnostica por la eosinofilia tisular junto con el contexto clínico. En la esofagitis eosinofílica suele haber una eosinofilia sanguínea muy leve mientras que, en la gastroenteritis eosinofílica (compromiso del estómago o del intestino delgado), se ha hallado eosinofilia en sangre de moderada a grave, pero se están realizando estudios más amplios, necesarios para confirmar esos datos.

Muchas de estas enfermedades se tratan con corticoides (tópicos o sistémicos), que se dirigen tanto a los eosinófilos como a otras células inmunitarias, como los linfocitos, que podrían ser la población de células incitadoras. En el caso de la EGIE, las dietas empíricas de eliminación de alimentos también se han utilizado, particularmente en la población pediátrica, y en la esofagitis eosinofílica tienen una eficacia del 70-80%. Más recientemente, el tratamiento con terapias dirigidas a los eosinófilos en un subgrupo de pacientes con asma eosinofílica que usaron anti-IL-5 o anti-IL-5R dio como resultado un aumento de la función pulmonar y disminución de los brotes de enfermedades.

Ahora, ambos tipos de productos biológicos han sido aprobados para su uso como complemento de las terapias de mantenimiento en el asma grave con fenotipo eosinofílico (moderado a severo para anti–IL-5R). Este hallazgo sugiere que los eosinófilos representan un papel patogénico directo, al menos en ciertos endotipos de asma.

Por el contrario, el tratamiento con anti-IL-4RA (que bloquea la señalización de IL-4-IL-13) en aquellos con asma de moderada a grave dieron como resultado una mejoría clínica similar, pero se acompañó de aumentos transitorios de los recuentos de eosinófilos periféricos, así como de los niveles séricos de proteína de gránulos de eosinófilos. Con algunas excepciones individuales, la eosinofilia resultante no parecía causar daño o afectar la eficacia, aunque no se constató en un análisis de subgrupos que estratificó a los pacientes con diferentes grados de aumento de eosinófilos en sangre periférica.

En otras condiciones, la eosinofilia puede estar asociada con la embolización de colesterol, la irradiación y la insuficiencia suprarrenal. La eosinofilia puede estar asociada con la embolización de colesterol, la irradiación y la insuficiencia de adrenalina.

El SHE comprende a un grupo de enfermedades raras definidas por tener un recuento persistente de eosinófilos en sangre ≥1500 células/mm3 (durante al menos 4 semanas, salvo que fuera necesario un tratamiento inminente) y evidencia de daño de órganos diana resultante de esta eosinofilia. Esta definición ha evolucionado a lo largo de los años transcurridos desde que Chusid describió por primera vez la enfermedad. Una forma de subdividir este grupo puede ser en subtipos clínicos.

En el SHE mieloide hay una aberración genética en el linaje de las células eosinofílicas y/o mieloides, ésto acompañado por un aspecto displásico de los eosinófilos, aumento de los niveles séricos de vitamina B12 y triptasa y signos clínicos que podrían incluir esplenomegalia. En el SHE linfoide hay una población clonal aberrante de células T (a menudo CD3dimCD4 positivo) que secreta niveles elevados de IL-5, promoviendo así la eosinofilia.

A veces, los pacientes con eosinofilia restringida a un solo órgano como la EGIE tiene eosinofilia en sangre periférica y cumplen criterios de SHE, y estos pacientes se clasifican como SHE superpuesto o superposición del SHE. Este síndrome asociado es una categoría utilizada para el SHE que se desarrolla en presencia de una malignidad o infección parasitaria, o una reacción a un medicamento. El SHE familiar consta de escasas familias con herencia autosómica dominante de eosinofilia en sangre, y a menudo sin muchos síntomas.

Un pequeño grupo de pacientes muestra hipereosinofilia pero no tiene síntomas perceptibles o daño de órgano diana a pesar de su evaluación deliberada durante varios años. Se considera que estas personas tienen hipereosinofilia de significado desconocido y permanecen sin tratamiento pero monitoreados a lo largo de los años.

Evaluación de la eosinofilia

Además de la historia y el examen físico, sería útil obtener otro hemograma completo con fórmula leucocitaria (para buscar eosinofilia), un panel metabólico básico, prueba de función hepática y, un frotis de sangre periférica para examinar si hay displasia celular. Según el contexto clínico (y la urgencia) y las causas probables, el estudio para la eosinofilia difiere y, a veces, se justifica la derivación a un subespecialista.

Sería razonable derivar a un hematólogo/oncólogo a los pacientes mayores con linfadenopatía, fiebre, pérdida de peso y citopenias.

En los pacientes con eosinofilia se debe evaluar la asociación con una larga historia de síntomas GI, como disfagia, especialmente un gastroenterólogo y un alergólogo/inmunólogo con experiencia en EGIE. Por otra parte, los hombres jóvenes con evidencia reciente de disfunción cardíaca y eosinofilia grave deben ser evaluados con urgencia para descartar el SHE mieloide, mediante biopsia de médula ósea y pruebas para los cambios genéticos causantes, incluyendo la translocación FIP1L1-PDGFRA.

Las pruebas de detección incluyen la determinación de triptasa sérica, vitamina B12, IgE sérica y citometría de flujo para células T aberrantes, así como pruebas de diagnóstico por imágenes, cardíacas y pulmonares, si está indicado. No hay pruebas validadas para determinar los desencadenantes alimentarios de la EGIE en la enfermedad GI, además de repetir un muestreo invasivo de tejido y, por lo tanto, no es útil medir un panel de alimentos IgE o IgG4 específicos.

Medir la IL-5 sérica no ha sido útil hasta ahora para determinar la causa de la eosinofilia, aunque es un predictor de respuesta a la terapia anti-IL-5 en un subconjunto de pacientes con síndrome hipereosinofílico. Por otra parte, hay pocos datos que indican que el nivel sérico de IL-5 se ve afectado por medicamentos como los corticosteroides. Las 4 proteínas granulares de los eosinófilos (MBP, EDN, EPO, ECP) ​​se pueden medir en la sangre y otros fluidos y tejidos corporales, pero las correlaciones exactas, tanto con el diagnóstico como con la actividad de la enfermedad, aún no se han determinado. Por otra parte, la eosinofilia en sangre aislada y asintomática puede ser el signo más temprano de SHE.

Los estudios iniciales para los SHE deben incluir la evaluación del SHE mieloide si el recuento absoluto de eosinófilos aumenta notablemente (>5.000 células/mm3) con análisis de sangre (triptasa, vitamina B12), pruebas genéticas para mutaciones asociadas como FIP1L1/PDGFRA, y evaluación de la médula ósea. Si el contexto clínico sigue siendo preocupante (paciente masculino con niveles elevados de triptasa/B12, presencia de esplenomegalia y eosinófilos displásicos) a pesar de las pruebas genéticas negativas, vale la pena derivar a un especialista en SHE porque se han hallado negativos falsos.

Debido a que los síntomas pueden ocurrir sin previo aviso, es útil monitorear periódicamente el aumento del recuento de eosinófilos en ausencia de síntomas o evidencia de daño de órgano terminal, con historia y examen físico trimestral o anual, acompañado de pruebas dirigidas. No hay recomendaciones de consenso publicadas en cuanto al intervalo y modalidades de la prueba porque los pacientes pueden tener tipos muy diferentes de órganos diana afectados.

Es razonable realizar análisis de sangre anuales, pruebas de función pulmonar y ecocardiografía en aquellos con hipereosinofilia, especialmente en los primeros 5 años. En aquellos con SHE superpuesto (por ej., EGIE, granulomatosis eosinofílica con poliangeítis), los aumentos en los recuentos de eosinófilos pueden preceder o acompañar a un brote de enfermedad y esos recuentos a menudo regresan a la línea de base del paciente con tratamiento.

Si los síntomas que acompañan a ese brote de enfermedad son diferentes o nuevos, se debe hacer una evaluación específica de esos hallazgos para dilucidar si están causados por un nuevo proceso patológico o relacionado con los eosinófilos.

Guías futuras: papel de la terapia dirigida a los eosinófilos

En los últimos años se ha demostrado que la terapia dirigida a los eosinófilos reduce los brotes de la enfermedad y ha logrado la aprobación de la FDA (Administración de Drogas y Alimentos) de EE. UU. para el asma eosinofílica grave (anti-IL-5, mepolizumab [100 mg por vía subcutánea] y reslizumab [peso establecido]; anti–IL-5R, benralizumab) y la granulomaatosis eosinofílica con poliangfeítis (mepolizumab 300 mg por vía subcutánea).

En casos de SHE refractario con riesgo de vida, el mepolizumab en altas dosis (300 a 700 mg) puede ser apropiado aplicándolo al estudio de uso compasivo (NCT00244686). Un pequeño estudio de fase 2 de benralizumab (anti–IL-5R) para pacientes con SHE grave mostró la supresión de la eosinofilia periférica y la mejoría sintomática durante 48 semanas en el 74% de los pacientes. Todavía se necesitan ensayos multicéntricos de fase 3 más grandes para ambos productos biológicos en el tratamiento del SHE.

Los fármacos dirigidos a otros receptores de membrana de eosinófilos o que reducen el recuento de eosinófilos sin un mecanismo definido están siendo evaluados en diversas condiciones asociadas a los eosinófilos.

Si los productos biológicos IL-5/IL-5R u otras terapias dirigidas a los eosinófilos serán útiles en otras enfermedades agudas o crónicas asociadas a eosinófilos sigue siendo un enigma. Por ejemplo, ¿Serían útiles en los cuadros agudos de ESS? ¿Podrían bloquear la eosinofilia y las reacciones postratamiento durante el tratamiento de ciertas helmintiasis? Estas son preguntas inexploradas.

Hay más de una década de datos de seguridad en el uso de la terapia anti-IL-5 para el SHE de un estudio de uso compasivo. Sin embargo, se desconocen los efectos de la depleción de los eosinófilos a largo plazo con la terapia anti-IL-5R (benralizumab) y puede ser diferente porque esta terapia parece resultar en un agotamiento más completo de los eosinófilos, incluidos los residentes en tejidos.

Por otra parte, es posible que los eosinófilos no sean patogénicos en todas las condiciones con las que están asociados. Los autores esperan que en la a próxima década, el uso de estos nuevos productos biológicos dirigidos a los eosinófilos revele en cuál enfermedad la reducción del nivelo de eosinófilos es beneficiosa.


Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti